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“El diablo me tiene miedo”... Así es un exorcismo con el Padre Chucho

Conversamos con el sacerdote sobre el tema y los casos que ha tratado en Colombia.

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Nadie, absolutamente nadie, se imagina el dolor, la impotencia y la angustia tan grande que siente Jesús Hernán Orjuela, conocido como el padre Chucho, cuando está en un exorcismo. “Me saca lágrimas del alma cuando me encuentro con personas que están oprimidas, obsesionadas e infestadas (invadidas por algo)”, comenta con resignación, en diálogo telefónico.

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Para él, enfrentarse ante una situación de este tipo es “agotador”. “Los sacerdotes somos perseguidos por esa fuerza del mal”, dice el padre con la convicción de no temerle al diablo y que con su equipo de trabajo recibe cada martes a unas 500 personas que creen poseer este problema, en Bogotá.

Al conversar sobre casos puntuales aclara que estos procesos “son muy personales y hay cosas que estarán en reserva, pues no puede disfrutarse con el dolor ajeno”. Aunque no olvida uno puntual de hace pocas semanas.

Además de su experiencia local, el sacerdote también tuvo la oportunidad de conocer 140 padres de todo el mundo con sus respectivas historias, en el curso

"Exorcismo y Oración de Liberación"

, en la Institución Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, en Roma.

El padre durante su estancia en Roma, Italia.

El caso de Annaliese es uno de los más famosos. Es la historia central de la película “El exorcismo de Emily Rose”. | paraloscuriosos.com

“Hay lugares donde se le ha dado mucha fuerza a la alianza con el demonio y a permitir la hechicería o el culto a Satanás. Esto me lo dijeron exorcistas de África, Cuba y Venezuela”, dice, y recuerda cómo en el Quindío, exactamente en Quimbaya, le hicieron una iglesia a diablo.

caracol.com

EL CURSO

El padre Chucho fue uno de los dos sacerdotes escogidos por Colombia, hace cinco meses, para el curso que está orientado a formar exorcistas y no a la obtención de un título particular.

Existen varias manifestaciones y, contrario a lo que muchos creerían, la posesión es solo una, según el sacerdote. Están los casos de infestación, dejación u opresión, obsesión y la sujeción diabólica. La primera, la infestación, obedece a que la persona esté en un lugar cerrado y se enfrente ahí a ruidos, luces, cosas en movimiento o la aparición de animales.

La película El Conjuro adaptó “el caso de la familia Perron”, una historia real sobre infestación diabólica documentado por los demonólogos Ed y Lorraine Warren. | lanzarote3.com

Por otro lado, la dejación u opresión diabólica obedece a un estado en el que el cuerpo humano está bien de salud pero “en el cuerpo hay dolor”. Son momentos en los que la persona atraviesa ataques de ansiedad en su vida, crisis de pánico, es maniacodepresiva y no responde ante tratamientos que su psicólogo le dé. En este punto, hay casos de personas que están “obsesionadas con el demonio”, resalta.

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La sujeción diabólica, por su parte, está enfocada en estados de desesperación o desconfianza hacia el amor y lleva a personas a buscar fuerzas en el mundo, como la adivinación, la magia negra y hasta la hechicería.

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NO SIEMPRE ES REAL

El sacerdote explica que se ha encontrado con situaciones en que las personas aseguran tener una posesión diabólica, pero allí no encuentra nada.

“Es importante saber que se requiere de un proceso en el que se pueda discernir y mirar de la mano con la ciencia”, argumenta el cura exorcista. También se presentan situaciones en los que el sacerdote examina y llega a la conclusión de no requerir exorcismo, pero sí un tratamiento. Siempre se procede de la misma forma: se examina el caso, se busca ayuda médica y, al final, viene el proceso interno entre la persona y el cura.

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CONSEJOS DEL PADRE

No visitar cualquier lugar para desarrollar esta actividad es una recomendación importante del padre Chucho, aquí lo clave es buscar al obispo o a quien tenga su bendición. Al verse en una situación similar, no acuda a lugares o personas que dicen hacer exorcismos, pues “podrían hacerle un daño mayor a la persona”. En este punto, recuerda casos de personas que llegaron a destruir su vida y su propia familia, que están ahora en cementerios o cárceles, pues no buscaron ayuda de profesionales.

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