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El misterioso poder que tienen los curas para exorcizar

os sacerdotes que han practicado exorcismos explican que el demonio toma la forma de la persona poseída y habla a través de ella.

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Un tema que teje a su alrededor un velo de misterio es sin dudas el exorcismo. La sola palabra de seguro pone nervioso a más de uno, es tanta la re­levancia de este acto que se han escrito libros y películas que muestran la lucha entre sacerdotes y demonios.

La cinta más popular en este senti­do es El Exorcista, publicada en 1973 por el director William Friedkin y que ha dado paso a varias secuelas en las que se abre la puerta al mundo de las posesiones malignas.

Aunque los sacerdotes lo han practi­cado hace siglos, fue el papa Juan Pablo II quien en 1999 le da relevancia y orde­na la publicación del ritual del exorcis­mo que reemplazó al de 1614, aumen­tando así la práctica del mismo.

Pero ¿qué es en realidad el exorcis­mo? Es la práctica religiosa o espiritual realizada contra una fuerza maligna, utilizando diversos métodos cuyo fin es expulsar a dicho ente de la persona, ob­jeto o lugar que se encuentra poseída.

Uno de los especialistas en mirar al demonio a los ojos y hacerlo que huya despavorido es el religioso mexicano Francisco López Sedano, que a sus 80 años ha pasado la mitad de su vida lu­chando contra satanás, convirtiéndo­se en el coordinador de los exorcistas. Su experiencia lo ha llevado a realizar al menos 6.000 exorcismos y no teme al demonio sino que afirma que el demonio le teme a él. “Me metí en esto no por mi gusto, sino por necesidad, al ver casos muy serios, muy dolorosos y tener que entrarle al toro. Antes no creía que el de­monio pudiera actuar tan agresivamente. Me parecía fantasioso, no realista”, expli­có el octogenario.

López Sedano explicó que no ha para­do de realizar esta actividad por manda­to del señor. “Los tres mandatos son lle­var la palabra de Dios, sanar enfermos y echar demonios.Todos están vigentes en la Iglesia, pero muchos sacerdotes no quieren entrarle al toro, le tienen miedo”.

JESÚS, EL PRIMER EXORCISTA

El exorcismo en la teología católica halla su base en textos evangélicos que narran las liberaciones y expulsiones de entidades malignas que realizó Jesús con los endemoniados de Gadara (Mt. 8,28), a un joven (Mc. 9,21) mencionando por ejemplo que para vencer a algunos demonios se requería la práctica de ayu­no y oración. Este poder que también te­nían sus discípulos, y que inclusive los primeros cristianos usaron objetos per­sonales de los apóstoles a manera de reliquias para expulsar demonios, fue heredado a los sacerdotes cuya religio­sidad les ha permitido liberar a las per­sonas de males alojados en su cuerpo.

Para cumplir cabalmente este acto, existe un ritual que incluye la repetición de oraciones y órdenes de expulsión. Y el uso de objetos que pueden repeler al ente, en este caso un demonio, tales co­mo crucifijos dorados, agua bendita, re­liquias, entre otros.

VOCES DEMONIACAS

Los sacerdotes que han practicado exorcismos explican que el demonio toma la forma de la persona poseída y habla a través de ella: ¿Y tú quién eres para expulsarme? ¿No eres capaz de sacarme de aquí? ¿Crees que tienes más poder que yo?, son algunos de los integrantes o retos que les plantea la entidad; a los que los religiosos deben responder con oraciones en las que afir­man que vienen de parte de Jesucristo.

En ocasiones es tanto el dominio que ejerce el demonio sobre la perso­na que gritan, ladran, vociferan, se re­tuercen y andan como culebras en el piso. Son ciento de formas en las que puede manifestarse.

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