El director italiano Bernardo Bertolucci falleció ayer en Roma a los 77 años, tras una carrera coronada por obras clave del cine como la erótica película El último tango en París y el drama épico Novecento. Pero sería sin duda alguna El último emperador, el filme que inmortalizó su nombre permitiéndole conquistar nueve premios Óscar en 1988. “Bertolucci nos dejó”, confirmó su oficina de prensa sin precisar las causas del deceso.
Según los medios italianos, sufría cáncer y permanecía en silla de ruedas desde inicios del 2000 tras una operación en la espalda. Su cuerpo permanecerá en capilla ardiente hoy en la sede del ayuntamiento de Roma para despedir al maestro, mientras el mundo del cine italiano llora al genial director.
Bertolucci generó polémica y escándalo con El último tango en París, proyecto que rodó en 1972 en la capital francesa. La película fue prohibida en Italia por su controvertida escena de sexo entre la leyenda del cine Marlon Brando, entonces en uno de sus últimos papeles, y María Schneider, de 19 años, quien quedó profundamente afectada por la escena en la que la trama planteaba que tendría sexo anal y como lubricante utilizarían una barra de mantequilla.
Antes del escándalo Weinstein y del #MeToo, El último tango en París, se convirtió en símbolo de la violencia sexual en el séptimo arte.
La cinta clasificada X en muchos países, marcó la historia del cine, a la vez que destruirá a la joven actriz, como cuenta su prima, la periodista Vanessa Schneider en su libro Tu t’appelais María Schneider (Tu nombre era María Schneider) publicado en Francia este año.
Según la intérprete francesa que rodó posteriormente unas 50 películas, ni Brando ni Bertolucci la previnieron del uso de la mantequilla. Al abordar nuevamente el tema el año pasado en declaraciones al tabloide británico Daily Mail, la actriz confesó que sus lágrimas en la escena eran verdaderas.
Afortunadamente para Bertolucci su vida tendría un viraje positivo 16 años después con El último emperador, con el que logró un bañó de gloria. Con su lente, este cineasta fue uno de los pocos directores italianos en rodar con frecuencia en el extranjero. En París, realizó su última película Los soñadores (2003), también estuvo en China con El último emperador, en África con El cielo protector y en Bután con El pequeño buda.