Las mariposas amarillas que merodeaban la mente prodigiosa de Gabo, se quedaron impávidas con el último suspiro que dio hace hoy exactamente cinco años el único Nobel de Literatura que ha tenido Colombia. Era Jueves Santo, y pese a que el mundo católico estaba concentrado en la conmemoración de la Última Cena, la muerte del escritor cataquero ocurrida en México DF., acaparó la atención del mundo entero.
Moría el padre del Realismo Mágico, el costeño que hizo de Cien Años de Soledad una obra universal, traducida a 35 idiomas, y que ha vendido más de 30 millones de ejemplares. Su importancia ha sido destacada por el periódico español El Mundo, que la incluyó en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX.
La creatividad de Gabo no tuvo límites, con sus letras nos transportó hasta el imaginario mundo de Macondo, embarcándonos en un buque fantasma y enseñándonos que la luz es como el agua.
Para el escritor Orlando Oliveros Acosta, editor de contenidos del Centro Gabo, proyecto académico con sede en Cartagena que busca generar apropiación social del legado del fallecido escritor, la inventiva de nuestro Nobel salía a flote hasta en los momentos más simples. “Algo tan sencillo como conocer el hielo, le dio pie para escribir su obra cumbre. En 1933 su abuelo Nicolás Márquez, un veterano coronel de la Guerra de los Mil Días, lo llevó a ver pescados congelados que llegaban a Aracataca en el tren de las 11 de la mañana y eran almacenados en los comisariatos de la compañía bananera. Este suceso inspiraría el comienzo de la novela Cien Años de Soledad, en la que un coronel que está frente a un pelotón de fusilamiento recuerda la tarde en que su padre lo lleva a conocer el hielo en una tienda de gitanos”.
Oliveros Acosta agregó que su legado debe perdurar en las nuevas generaciones y por eso desde el Centro Gabo adelantan estrategias en redes sociales y eventos culturales que permitan mantener sus obras vigentes a partir de las varias facetas de García Márquez. “Mañana (hoy) tendremos una lectura colectiva para conmemorar estos cinco años de soledad en Macondo, serán 20 personas las escogidas para leer algunos fragmentos de su obra”, acotó Oliveros Acosta.
A su turno Jaime Abello Banfi, director general y cofundador de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), explicó que dejó un legado en movimiento. “Sus aportes no solo se palpan en libros, sino también en lo ejemplificante que fue su vida. La perspectiva que proponemos desde la fundación busca investigar más allá del escritor, es decir su historia personal, su identidad Caribe, nos interesa su papel de educador, su liderazgo para crear instituciones educativas como la Fundación del Nuevo Siglo Latinoamericano y la Escuela Internacional de Cine y Televisión en San Antonio de los Baños en Cuba, e igualmente la Fundación ‘Gabriel García Márquez’ para el Nuevo Periodismo Iberoamericano”, dijo Abello en dialogo con AL DÍA.
Agregó que debe ser recordado también en esta fecha como un hombre activo en la vida política, preocupado por la construcción de paz, la justicia social y por ayudar a los presos políticos en Cuba, Colombia y Panamá. “Estuvo siempre del lado del humanismo en la política, no antepuso las diferencias ideológicas a la capacidad de relacionarse con otros líderes”, anotó Abello Banfi, quien lo describió como un gran creador de proyectos.
Sobre su faceta como periodista destacó que por más de 51 años nunca se alejó de su oficio. “Era un narrador que transformó el mundo con su capacidad, su percepción era única, por eso es que mucha gente lo ama pese a que físicamente no nos acompaña hace cinco años, porque él construyó un mundo aparte cargado de alegría”.
UN LEGADO QUE INSPIRA
Su obra narrativa continúa viva en el corazón de millones de lectores por el mundo y en nuestra costa Caribe sigue tocando fibras. Así lo afirma el periodista y escritor cordobés Gustavo Tatis Guerra, quien acaba de publicar La flor amarilla del prestiditador, libro de crónicas en el que narra su amistad y cercanía con Gabo, a quien conoció en persona en la década de los 80, en Arjona (Bolívar). En esa ocasión el creador de Crónica de una muerte anunciada visitaba la casa de sus suegros, y Gustavo llegó hasta allí por simple curiosidad.
En 1992 se lo toparía de nuevo cuando lo enviaron a cubrir en Cartagena el arribo del Barco Melquiades, un homenaje a Gabo. “Hubo una empatía con él y puedo decir que desde entonces fuimos muy cercanos. Su mamá me contaba cosas y me decía: ‘Cuando yo me muera, lo puedes contar’, también el papá y los hermanos. Lo curioso es que todos los primeros encuentros con García Márquez se dieron como en dos o tres Jueves Santos, siempre me citaba a las 4 de la tarde y precisamente murió un día como el que nos citábamos”.
Sobre su texto Tatis adelantó que comienza con el primer cruce de palabras que tuvieron en el Barco Melquiades. “Esa entrevista la recuerdo perfectamente y duró más de tres horas. También cuento unos nueve encuentros que tuve durante 20 años. Muestro las tertulias que tuve con su mamá, con su papá, con sus hermanos. El día que murió me acordé que al final de la primera entrevista me dijo: ‘Te he dado material para un libro’, y aquí lo estoy presentando para que conozcan más de su intimidad y la manera cómo se relacionaba con sus familiares”.
EN ARACATACA NO CESAN LAS VISITAS
La casa donde nació Gabriel García Márquez en Aracataca fue declarada Monumento Nacional el 13 de marzo de 1996, desde entonces es muy significativo el número de turistas que se pasean semanalmente por ese lugar. Durante los días santos crecen aún más la gente que llega desde diferentes lugares de Colombia. Uno de ellos es el bogotano Sebastián García, quien junto a su familia decidió pasearse por esta emblemática vivienda. “Vamos para Mompox a vivir con mucha religiosidad la Semana Santa, pero consideramos que un paso obligado por la costa es llegar a Aracataca y conocer la tierra donde nació nuestro gran escritor. Vine en compañía de mis hijos para entusiasmarlos a leer, este es un plan que recomiendo a todas las familias colombianas”, dijo el abogado cuya novela favorita de Gabo es El amor en los tiempos del cólera. El economista barranquillero Mario Ceballos Márquez también se paseó ayer por este mágico museo. “Llevo el apellido de él sin ser pariente cercano y, básicamente visito el museo por inquietud de mi hijo de 10 años que quiso conocerlo. Espero que a futuro repase muy bien sus libros. Gabo nos ha dejado un legado inmenso que debemos transmitir a niños y jóvenes”, aseguró.
Por su parte Manuel Mojica, periodista cataquero, director del blog Agenda Macondo, habló del orgullo que sus logros despiertan entre sus paisanos.
“De aquí han surgido grandes talentos como García Márquez y el fotógrafo y caricaturista Leo Matiz Espinosa, muy reconocidos internacionalmente. Me siento orgulloso especialmente de todas las enseñanzas que nos dejó García Márquez en sus libros, a él lo destaco como un personaje muy culto que nos visibiliza ante el mundo.
Pese a su ausencia hace cinco años, la gente no se olvida de Aracataca y para una temporada como estas son miles las personas que nos visitan de diferentes países. Llegar a Aracataca es entrar en contacto con esa Macondo que él creó y en la que describía toda la cotidianidad de nuestro pueblo”.