Cuando el reloj marca las 12:00 de la noche cada 31 de diciembre automáticamente reviven los agüeros y supersticiones para recibir el nuevo año.
Ropa interior de color amarillo, recorrer las calles con una maleta, poner espigas de trigo detrás de la puerta o comerse 12 uvas en tiempo récord son tradiciones que han trascendido de generación en generación y que cada año tal y como Joselito Carnaval, regresan.
Los nuevos herederos de estas costumbres son los llamados centennials, aquellos que hoy tienen menos de 23 años, esos que crecieron con la vida social en línea y la información al alcance de un smartphone en sus manos.
Si algo caracteriza a estos hijos de la postmodernidad es su escepticismo. Una generación que no cree en nada, excepto en sí mismos, y que se rige bajo un solo lema: “que todo fluya y que nada influya”. Independientes, ajenos de lo tradicional y fieles al pensamiento de que “no necesitas nada más que tus propias acciones para conseguir lo que quieres”.
La pregunta que puede surgir para esta época es: ¿Llegará con ellos el fin de los agüeros?
“No creo en los agüeros”, responde Lina Contreras sin pensarlo.
“Para mí, ningún objeto o ritual va a permitir que se te cumplan las cosas más allá de lo que lo harán tus propias acciones y decisiones. Creo que cada uno de nosotros se labra su propio destino”, agrega la joven.
Lina tiene 22 años y no sigue ninguna tradición de fin de año. Nada de trigo, ni de ropa interior amarilla. Y aunque no cree en los agüeros, cada año pasea con su tía una maleta “más por tradición y recocha que por otra cosa”, confiesa.
Por su parte, Emilio Salazar, de 23 años, considera que “todo existe por un motivo, una causa o una razón y creer en los agüeros es darle paso a las supersticiones. De igual forma piensa Valentina Molina, de 20 años, y así se podrían citar más casos de centennials que coincidirían en la respuesta.
Expertos opinan
Para el sociólogo barranquillero Santiago Bayter, los agüeros son típicos en países de Sudamérica. “Colombia es una nación muy crédula y solemos apostare a cualquier agüero porque hay una necesidad de creer en algo a lo cual atribuirle nuestra suerte”.
El sociólogo agrega que “no podemos tener un control racional, lógico, y perfecto en nuestra vida; todos tenemos, incluso aquellos que dicen no creen, lo hacen”.
Para él, “ningún ser humano puede escapar a las creencias, sí es cierto, algunos tienen unas creencias religiosas, otros política, estéticas, mítica, algunos en la moda o en la bolsa de valores, siempre hay algo en lo que se cree, ni siquiera los centennials están ajenos a esto”.
Por su parte, el antropólogo y especialista en el estudio de sociedades Fabián Saravia considera que “No se puede esperar que estos jóvenes nacidos en una era digital y con una facilidad de información crean en cualquier cosa”.
“Es difícil”, dice. La razón es que son jóvenes llenos de muchas cosas, pero carentes en otras. “Por ejemplo, en el ámbito espiritual –no me refiero exactamente a Dios–, pero sí a todo tipo de creencias, son jóvenes con vacíos, porque así han sido influenciados por su círculo social. Sin embargo, son criados por generaciones llenas de creencias y eso hace que sean parte de ese tipo de actos”.
Característica
En cuanto a los centennials, Bayter afirma que, aunque no crean en agüeros los seguirán practicando.
“Hay una característica clara en esta generación y es la añoranza. Ellos nacieron en un cambio de época, por lo tanto recuerdan siempre los momentos de su infancia que gozaron alejados de la tecnología y la exposición pública, por ende hacen parte de esas tradiciones como los agüeros aunque no crean estos. Los centennials participan por tradición, por recordar su infancia y compartir con su familia y asegura su vigencia en esta nueva generación”, explica.
Luigi Caroli tiene 21 años y afirma que cada año se come 12 uvas (seis verdes y seis rojas), se pone lentejas en los bolsillos para que no falte la prosperidad y en su casa dejan todas las luces encendidas para que nunca falte la armonía, un agüero propio del que ni Google tiene registro.
Él es uno de los pocos nativos digitales que cree en este tipo de trucos de fin de año, Caroli asegura que “creo en casi todas las acciones que se hagan desde el corazón, porque no es lo que deseas sino cómo lo haces. Creo además en la buena energía y realizar acciones en compañía de la familia no puede traer más que cosas positivas”.
Mucho se ha hablado de los centennials. Sus gustos, enfoques, formas de ver la vida, nuevas concepciones y apego a la tecnología son un enigma para los investigadores de conducta humana que tratan de describir a esta nueva generación de adultos. Sin embargo, la única realidad es que no siguen patrones.
Lo cierto es que, aunque cada uno tenga su propia creencia y tal vez no vayan a usar ropa interior amarilla, a la hora de compartir uvas en familia o de ayudar a la tía a rodar la maleta por el barrio, siempre habrá un centennials para acompañar, sea por tradición, creencia o por simple relajo.