Desde el primer teatro, el Municipal, a los icónicos Metro, Capri, Murillo y Rex, en Barranquilla han cerrado sus puertas y mutado varios de estas salas que muchos recuerdan con nostalgia.
La primera película que llegó a Barranquilla se reprodujo en un salón de bailes. No en un teatro, como los que tenían las grandes ciudades del mundo en aquel entonces, 1897, para recibir a grandes cantidades de público y entretenerlos con la nueva sensación del entretenimiento, sino en un espacio pequeño de un club de masones, construido en la ciudad por jóvenes que querían tener un lugar en el que reunirse.
El salón Fraternidad, construido por la sociedad Fortuna, recibió en 1897 el primer cinematógrafo, que cautivó a toda la ciudadanía barranquillera, acostumbrada a deleitarse con los nuevos inventos provenientes de la aduana de Sabanilla y del muelle de Puerto Colombia. Un samario, Ernesto Vico Morote, se convirtió -sin saberlo- en el pionero de la introducción del cine en Barranquilla, como lo cuenta José Nieto Ibañez, experto en la historia del séptimo arte en la ciudad.
Para esa misma época, debido a la precaria vida cultural de la ciudad, varios personajes de la alta sociedad barranquillera impulsaron -y financiaron- la construcción de un teatro digno, el Emiliano Vengoechea, que años más tarde terminaría llamándose Teatro Municipal de Barranquilla.
Según Carlos Bell, arquitecto barranquillero, la junta directiva del Emiliano se oponía en un comienzo a la presentación de cine, manifestando que este había sido construido para obras de teatro y óperas, no para un espectáculo circense, tal y como era considerado el cinematógrafo en esa época. Pero, con el pasar de los años, y debido a la popularidad del cine, varios recintos de baile de Barranquilla fueron adaptándose para recibir a los diferentes empresarios del séptimo arte que llegaban a la ciudad.
Los teatros Cisneros (1914), Colombia (1922), Apolo (1930) y el Rex (1935) fueron los cuatro colosos del cine barranquillero. Algunos de ellos resistieron el paso de los años, mutando en escenarios más modernos y con mejores instalaciones, pero otros terminaron siendo esqueletos en medio de una urbe moderna que los extraña y rememora sus vivencias dentro de sus concurridas salas.
Con la construcción de los teatros San Roke, en 1936, y del teatro Murillo, en 1940, diseñado por el arquitecto cubano Manuel José Carrerá, la industria del entretenimiento de Barranquilla se convirtió en una que contaba con varias salas de cine, a las que llegaban las películas más populares de la época.
Varias décadas después, en los 80, ya siendo Barranquilla una ciudad con un equipo de fútbol campeón y con avenidas llenas de automóviles, sus habitantes siguieron asistiendo a cine, pero ahora como una costumbre y no como una novedad. Eso sí, la emoción, principal protagonista de cada uno de las salas de cine de la ciudad, seguía intacta ante cada nueva película que llegaba a las grandes pantallas de ‘La Arenosa’.
Con películas como ‘Tiburón‘, ‘Terminator’, ‘El Santo’, entre otras, en carteleras, las filas de barranquilleros “le daban la vuelta” a los diferentes teatros, hoy convertidos en ruinas de otra época. Así es como lo recuerdan sus habitantes de aquel entonces, que añoran volver a visitar las bullosas salas de espacios en donde vivieron gran parte de su infancia y adolescencia.
“Eso era una emoción indescriptible. Ir a cine era una experiencia. Si la película era a las 3:00 p.m., uno llegaba a hacer la fila a la 1:00 de la tarde. Si no, uno se quedaba afuera”, contó Dora Duartes, quien vive hace 35 años en frente del teatro Murillo, también conocido como Cinema, hoy abandonado y convertido en un nido enorme de palomas.
En aquel entonces, personas de todas las edades, llenos de emoción por los estrenos que llegaban a la ciudad, se aparcaban a las afueras de los diferentes teatros, en filas que parecían eternas, para no perderse las películas, y así poder hablar de ellas hasta el próximo fin de semana. Grupos de amigos, niños y adolescentes, se ahorraban unos cuantos pesos para pagar una boleta que podía incluir hasta dos filmes, y así disfrutar de una tarde de risas y emoción.
“Esa era la diversión en esos tiempos porque no había aparatos en la casa para verse uno las películas. Al cine Mogador y Tropical venía en los 80 con mis amigos a ver la película El Santo.
Otro de los teatros más icónicos de Barranquilla, el Colón, con su aleta característica en la parte superior, recibió a miles de entusiastas por el cine, que en sus salas disfrutaron de las mejores películas de la época, entre ellos varios clásicos de Disney, y comieron de las crispetas de su cafetería, o arepas y panes camuflados de las panaderías cercanas.
“Los cines en Barranquilla empezaron siendo de barrios. Había funciones de matiné, vespertinas y nocturnas. A comienzos de siglo XX, la gente iba muy elegante. Ya en la época de los 70 los jóvenes íbamos al teatro Capri, al ABC, Metro o al Cinerama 84”, contó el productor de televisión y docente de la Universidad del Norte, Alfredo Sabbagh.
“En esa época mucha gente iba más a hacer recocha que a ver las películas”, confesó Sabbagh, “pero era una experiencia distinta porque ir a cine era un ritual, ya que los teatros no eran un local de un centro comercial”, aclaró. “Eran salas mucho más grandes, como las del Metro y el Capri, y era una experiencia que tenía algo de sagrado, debido a las cortinas grandes en donde uno se dejaba transportar por los directores de esa época”, anotó.
El cine Capri, uno de los favoritos de los jóvenes
El cine Capri, antiguamente ubicado en la calle 90 con carrera 43, en las proximidades del Parque Venezuela, fue, junto al Cinerama de la 84 y el cine Metro, uno de los favoritos de los jóvenes barranquilleros que asistieron a sus salas para ver grandes éxitos como ‘E.T’, ‘El Rey León’ y ‘Grease’. Fue construido por Arcos Ltda, integrada por Roberto Acosta Madiedo e Israel Schwartz. Fue el primer teatro con una pantalla vistarama, de pared a pared, con el sistema ojo de pescado.
Según cuentan varios de sus asistentes, en la entrada siempre había un tipo bajito encorbatado y con un olor a “demonios”, que piropeaba a todas las mujeres y cantaba los últimos éxitos de La Billos Caracas.
La famosa aleta del teatro Colón
Cuenta la prensa de 1946 que el costo de las obras de urbanización entre las que se encontraba el teatro Colón superó el millón de pesos de la época. Su inauguración, el 23 de octubre de 1947, tuvo que ser aplazada, pues originalmente se había planeado para el 12 de ese mes. El teatro, según relata AL DÍA, tenía una silletería excelente, aire acondicionado y salones de té y heladería. Además, sus aparatos transmisores y de sonido eran de la marca Western Electric. Su primera función fue la película Aladino y la Lámpara Maravillosa.
Actualmente, el teatro Colón, que fue diseñado por Manuel José Carrerá, se encuentra en arriendo, al igual que los diferentes locales en los que fue dividido su interior.
La historia de resurrección del cine Metro
El cine Metro, construido sobre las bases del Apolo, uno de los más grandes e importantes de la primera mitad del siglo XX en Barranquilla, fue inaugurado el 8 de diciembre de 1946, durante las justas de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Cartagena. Las obras fueron patrocinadas por la productora internacional Metro-Goldwyn Mayer, cuyo logo es el famoso león, y fue pensado especialmente para un clima tropical como el de Barranquilla, según lo explicó AL DÍA en aquel entonces, los ingenieros Zeisel y Magagna. Su cierre definitivo se dio el 10 de julio de 2007, luego de la apertura de las multisalas del centro comercial Portal del Prado, a unas pocas cuadras de su ubicación por más de 60 años.
El majestuoso teatro Murillo, la joya de Carrerá
El arquitecto cubano Manuel José Carrerá fue uno de los urbanistas y diseñadores más prolíficos de Barranquilla. Una de sus obras, el teatro Murillo, que años más adelante sería el Cinema, fue inaugurado por Cine Colombia en 1940, en la esquina de la calle 45 con carrera 44.
Años después fue trasformado para convertirlo en el Cinema. Hoy luce destechado, oxidado y convertido en un nido de palomas, ya no le quedan ninguna de las más de 1.700 sillas abullonadas para los espectadores. Incluso, su sistema de aire acondicionado, fue instalado por ingenieros norteamericanos.
En la actualidad, el edificio está convertido en una mole de ladrillo y concreto y sus puertas se encuentran clausuradas.
El cine Rex y la conformación de la trinidad del séptimo arte en Barranquilla
El 7 de febrero de 1935, cuando fue inaugurado el cine Rex de Barranquilla, había otros dos colosos en la ciudad: el Apolo y el teatro Colombia. Su ubicación, en pleno corazón de la urbe, lo convirtió de manera rápida en uno de los favoritos de los barranquilleros. Su propietario en aquel entonces, David Ferrero, fue felicitado por la prensa local debido a sus “esfuerzos”. Incluso, el Rex fue considerado por AL DÍA como el mejor del país.
Con el pasar de los años y debido a la proliferación de otros cines de cadenas nacionales en la ciudad, el Rex pasó a ser un teatro para adultos y posteriormente en restaurante, que cerró sus puertas este año debido a problemas económicos.
La decadencia del Mogador: de cine, a centro de eventos y, por último, ferretería
La historia del cine Mogador, uno de los más famosos del sur de Barranquilla, que estaba ubicado en la calle 30 con carrera 26, inició en 1938, año de su construcción. El teatro, de 1.614 metros cuadrados, proyectó varios de los grandes éxitos del cine, hasta su posterior decadencia en la década del 2000, junto a los otros grandes escenarios del séptimo arte de Barranquilla. En 2007 se convirtió en un centro de eventos y alojó conciertos de grandes artistas como la banda norteamericana Toto, de la cantante Dolores 0'Riordan, de The Cranberries, entre otros.
Hoy en día, a pesar de que en su fachada aún se vislumbra el contorno de la pantalla, se convirtió en una ferretería de color amarillo.
El cine Coliseo: en el norte se hablaba de cine y rock n’ roll
El cine Coliseo, ubicado en la calle 82 con carrera 43 esquina, marcó a una generación de amantes del cine y de la música. Sus asistentes lo recuerdan como un escenario sin techo, al aire libre, con sillas metálicas. Las películas se proyectaban en una pared blanca, que si había luz del sol se veía muy poco o nada. Entre las cintas favoritas de quienes acudieron al cine Coliseo estaban las de vaqueros, protagonizadas por Clint Eastwood y Terrence Hill. Para el estreno de la primera película de Rocky, en 1976, sus salas ya estaban en aparente deterioro y eran aprovechadas también para las presentaciones de bandas de rock locales. Para muchos, el cine Coliseo fue considerado -incluso- la cuna del rock local.
Los cines ABC y su transformación en el teatro José Consuegra Higgins
Los cines ABC eran los favoritos de los universitarios de Barranquilla. En las décadas de los 80 y 90 los más jóvenes ocupaban sus salas, muchas veces motivados por las jornadas dobles o triples por el pago de una sola boleta. Su ubicación central, en la calle 58 con carrera 54, lo convirtió en un lugar de encuentro de amigos y familiares. En 2008, tras muchos años de premieres y anécdotas, la universidad Simón Bolívar adquirió los predios para la construcción de su coliseo y del teatro José Consuegra Higgins, Fue concebido y dirigido por el arquitecto restaurador Ignacio Consuegra Bolívar, y para su construcción se utilizaron 963 metros cuadrados, los cuales se distribuyeron en las zonas de lobby, escenario, platea, balcón y camerinos.