Emily Clavel es de esos héroes sin capa y casi desconocidos que llenan la vida de esperanza. Es de esas personas tercas y obstinadas a las que les gusta plantearse retos, pelear por ellos y tener la satisfacción de superarlos. Lo ha hecho toda su vida y en esta ocasión no será la excepción.
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Esta atleta venezolana de 28 años se prepara día y noche desde hace tres meses para disputar la triatlón ‘Ironman 70.3 Cartagena 2017’, la cual se disputará el próximo 3 de diciembre.
Hasta aquí, la situación podría parecer normal, la diferencia está en que Emily es una persona en condición de discapacidad física, tras sufrir la amputación del brazo izquierdo cuando tenía dos meses de nacida, debido a que nació con un tumor cancerígeno en el pulgar de la mano izquierda, el cual se iba extendiendo, hasta que los médicos decidieron tomar la radical decisión y procedieron a realizar el procedimiento.
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NUNCA SE RINDE
“Yo nací con mi brazo pero tenía un tumor, no sabían qué era y luego con los resultados de la biopsia se dieron cuenta que era cáncer y ya estaba comprometido el codo. Como era tan agresivo y estaba tan cerca al corazón, decidieron amputarme el brazo. Yo tenía dos meses de nacida y ahí empezó mi historia, allá en Venezuela”, cuenta Emily.
Obviamente, ella no se acuerda de este duro momento, pero sí tiene fresco el recuerdo de la forma en que sus padres, Henry Clavel y Merari Useche, decidieron encaminarla para que desde muy pequeña fuera una persona independiente.“Ellos no eran condescendientes conmigo, siempre buscaban una forma en que yo pudiera hacer las cosas, sin la ayuda de nadie”.
FLECHADA POR LA NATACIÓN
El cáncer es la segunda causa de muerte en el mundo por detrás de las enfermedades cardiacas, con 8.8 millones de personas fallecidas por año. Es sin duda una dura prueba para las personas, sus familias y el entorno que los rodea.En este caso particular, Emily lo superó y le quedó una cicatriz permanente, contra la cual pelea todos los días a través del deporte.
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“Cuando tenía cinco años me enamoré de la natación, yo estaba en Quebec (Canadá) con mis padres, que estaban estudiando allá. Me gustó la cosa y cuando volví a Caracas (Venezuela) entré a un club que se llama Huracanes de Miranda cuando tenía 15 años. Empecé a nadar sin prótesis y le cogí gusto”, explica.
La decisión de meterse de lleno en el deporte llegó a los 20 años y en parte por razones médicas. “A mi papá le preocupaba el tema del desvío en la columna, yo tengo escoliosis y la columna se tiende a tirar hacia un lado.La solución era usar prótesis o terapias, yo me decidí por esta última y empecé a nadar, entonces mi terapeuta, que era entrenador de la Universidad Central de Venezuela, me dijo que entrara al equipo (se llama APUCV) a competir y así fue”.
La primera vez que compitió fue en 2011 en una válida que se disputó en La Guaira, ciudad ubicada a 30 kilómetros de Caracas. Allí llegó y se topó de frente con 400 competidores entre hombres y mujeres “completos”, como ella misma dice, señalándose el espacio donde no está su brazo izquierdo y esbozando una bonita sonrisa al mismo tiempo.
“No me querían dejar entrar, pero mi entrenador los convenció. Fueron tres kilómetros y los terminé. Imagínate que era tal el miedo que yo tenía, que veía una sombra que me seguía porque esa era una zona de peces espada, pero finalmente me di cuenta que era mi propia sombra. A pesar de todo me marcó esa experiencia para bieny seguí practicando natación”, cuenta Emily.
En su afán de andar por el mundo, como ella mismo lo dice, fue a parar a Londres (Inglaterra) para hacer una maestría en Contabilidad y Gerencia Financiera en la University Reading, luego de finalizar sus estudios de Contaduría en la Universidad Metropolitana de Caracas.“Intenté entrar al equipo de natación, pero allá el agua es muy fría (risas)”.
LE APUESTA AL TRIATLÓN
Finalmente aterrizó en Barranquilla en diciembre de 2016, para empezar a probar suerte inicialmente en lo laboral, de la mano de sus padres, que desde el 2010 están radicados en la Arenosa, junto a su hermano menor, Henry. “Coincidí con el proyecto del gimnasio Sprin Fitness Club que es de mi papá y empecé a administrarlo y de paso a entrenar con mucha intensidad”.
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Adicionalmente a eso empezó a nadar y de esa forma conoció al que es su entrenador.“Él es alemán, se llama Stefan Hoffmann y tiene un equipo de triatlón que se llama IQ Athletic Barranquilla. Él fue el que me recomendó no participar en una válida que se llevó a cabo en junio en Puerto Velero porque quería asegurarse que yo hiciera las cosas bien, yo tengo una buena condición, pero debo prepararme mejor para la competencia en Cartagena”.
Su entrenamiento es de lunes a lunes, inicia desde las 4:00 de la mañana. Incluye de 2.4 a 3.8 kilómetros en piscina, constante alimentación, de 50 a 70 kilómetros en bicicleta, entre 5 y 8 kilómetros de trote en la noche y un buen descanso a la hora de dormir. “Llevo tres meses entrenando, pero me falta hacerle las adecuaciones indicadas a la bicicleta, porque yo no puedo manejar los cambios tradicionales y mi patrocinador, Specialized, le va poner electrónicos, para que yo no tenga que soltar nunca el manubrio y perder el equilibrio”, explica.
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De hecho, hace un par de meses sufrió dos graves caídas mientras entrenaba en bicicleta, ambas en un mismo día. “Luego de la primera caída, me volví a montar pero otra vez me caí y me lastimé la cara, el codo y en varias partes del cuerpo. Quedé viendo colores y me tocó ir a la clínica, afortunadamente fue solo un susto”.
Y eso es Emily, caer, levantarse, sonreír, sacudirse la tierra y seguir para adelante. “Yo manejo carro, me peino, voy a cine, me cepillo, todo lo que te puedas imaginar lo puedo hacer”, finaliza afirmando con total normalidad.