El porteño se levantó como el ‘ave fénix’ para llevar a Junior a la final de la Liga II. Es el máximo artillero con 16 tantos y ante el Tolima marcó su gol 100 y 101 como rojiblanco. Anotó siete en los cuadrangulares.
“A un campeón no lo definen sus victorias, sino cómo se recupera después de haber fallado”: Serena Williams Price.
Esta frase, de una de las mejores tenistas de la historia, resume a la perfección lo que ha vivido Carlos Arturo Bacca Ahumada desde que decidió volver a ponerse la rojiblanca de su Junior amado, para ir cerrando el ciclo exitoso de una carrera soñada.
A Barranquilla arribó un Bacca ganador, goleador y multicampeón europeo, que, impensablemente, tuvo que empezar nuevamente de cero para convencer a muchos hinchas que, con o sin razón, han sido duros con uno de los ídolos históricos del club.
Bacca cayó y volvió a levantarse, como todo un campeón. En los momentos más críticos bajó la cabeza y, en silencio, le puso el pecho a la brisa —y a las balas— para reinventarse a los 37 años.
Lo quisieron sacar del equipo, lo quisieron, incluso, retirar. Luchó contra todo y muchas veces contra todos, hasta que encontró recompensa a su trabajo.
Hoy que vive los gozosos, con humildad, mira hacia atrás para ver el camino recorrido y para nunca olvidar los obstáculos que quisieron derrumbarlo.
“Yo siempre he dicho que ni las críticas me hunden ni los elogios me suben. Hay que tener siempre los pies sobre la tierra, y eso ha marcado mi vida. Cuando las cosas a mí no me salen bien es cuando yo creo que está más cerca de venir una bendición, por eso sigo insistiendo. Yo persevero siempre. Yo soy más peligroso cuando las cosas no me salen bien, porque eso me lleva a sacar algo extra que tengo en mí”, manifestó el atacante porteño cuando vivía uno de los momentos más duros en Junior.
Y sí, Bacca sacó ese extra cuando más Junior lo necesitaba, cuando las ‘papas quemaban’, como se dice popularmente en Barranquilla al referirse a los momentos críticos y decisivos.
El porteño, que logró ante el Tolima su gol 100 y 101 como rojiblanco, marcó siete goles en los cuadrangulares semifinales, con dos dobletes consecutivos y cinco partidos en línea anotando. Vulneró al Cali y las Águilas de local y de visitante, para redondear su faena con el doblete del pasado miércoles al Deportes Tolima, en ‘el Metro’, que le dio el tiquete a Junior a la final de la Liga II-2023. Mejor, imposible.
¿Qué cambió en Carlos Bacca? La confianza. Goles son amores y para un goleador de raza como el porteño son el mejor alimento al alma. Eso, sumado al hecho de que le tocaron el orgullo, sacó lo mejor de un jugador de época, que se levantó majestuosamente desde las cenizas de su propia destrucción para convertirse este semestre en el máximo artillero de la Liga II con 16 tantos (cinco de penalti), dos por encima de Edwuin Cetré (14; nueve de penal), del Medellín, el único jugador que a día de hoy le podría arrebatar el ‘botín de oro’ (Marco Pérez, que lleva 15, está eliminado).
De esos 16 tantos, siete sirvieron para darle 11 puntos a Junior: doblete ante Envigado, en el triunfo 2-0; gol frente a Nacional, en el empate 1-1; gol ganador contra el Cali, en ‘el Metro’; gol en el empate 1-1 ante las Águilas y doblete al Cali, en el triunfo 2-0 en Palmaseca, que le brindó al ‘Tiburón’ la posibilidad de llegar con vida a la última jornada.Sin olvidar el doblete del pasado miércoles ante el Tolima, que allanó el camino de la clasificación a la final.
Bacca tenía razón, es más peligroso cuando las cosas no le salen bien, porque, como bien lo dijo, eso saca lo mejor de su talento. Su aporte será clave en la final.