No pasa desapercibido. Sus dos metros y 10 centímetros de estatura captan la atención de los transeúntes y de los pasajeros de buses que se desplazan por la calle 72.
Mientras camina, desde el hotel Howard Johnson hasta el coliseo Elías Chegwin para dialogar con AL DÍA, el poste bolivarense John Hernández, apodado jocosamente ‘Chiquillo’, parece tener un imán. ‘Uy, zona’, expresa un vendedor de agua al pasar al lado del refuerzo de Titanes para afrontar, desde este viernes, la Liga Profesional de Baloncesto 2019.
‘Chiquillo’ habló con este medio previo al partido de mañana contra Piratas de Bogotá, que dará inicio a la temporada del Baloncesto Profesional Colombiano.
Usted fue uno de los hombres que le generó dolores de cabeza a Titanes estando con Warriors, ¿cómo se da ese paso al quinteto barranquillero?
Yo siempre he estado contento de esta oportunidad que se me está dando en esta organización. El año pasado, gracias a Dios tuve una buena temporada y eso sirvió para que el técnico Tomás Díaz y la gerencia confiara en mi talento.
Cuando estaba en Warriors quería jugar en Titanes?
Obvio. Siempre quiero estar en una gran organización. Cuando estuve desde lejos veía que trataban al jugador como profesional. Siempre me ha gustado que traten bien al jugador, que se preocupen, que sepan que somos los que brindamos el espectáculo, somos el ABC de un equipo.
¿Quién le pone ese apodo de ‘Chiquillo’?
La gente confunde y creen que es mi apellido, pero no. El primer día, cuando llegué a la universidad, me dijeron de una: “ve, este es el chiquillo del curso, el chiquillo”. Fui al primer Nacional y todos me decían chiquillo. Fui a Bogotá y me pasaba igual. Así me quedé, de cariño me dicen así.
¿Siempre fue alto o se desarrollando de un momento a otro?
Cuando tenía ocho años era muy alto para tener esa edad y en comparación con mis compañeros, se notaba. No aparentaba mi edad. Era más flaco y me veía más alto. Cuando llego la universidad, con 17 años, ya estaba en los dos metros. Se marcaba la diferencia. Eso fue lo que me motivó a jugar baloncesto, tenía que aprovechar esa altura.
¿Tuvo la oportunidad de ir a los Estados Unidos, a una universidad o algo para estar cerca de la NBA?
La vida es de oportunidades. Yo tuve chance de irme a estudiar a los Estados unidos. Estando allá pude haber tenido alguna opción, pero era un muchacho, prácticamente soy hijo único, el único varón de mi mamá. Ella me daba los estudios, tenía una carrera por la mitad. Por eso me quedé y no decidí irme, pero tuve la oportunidad.
Es inusual ver en Colombia alguna persona con su estatura, ¿qué le dicen en la calle?
En el momento en el que me ven se sorprenden porque en Colombia no están acostumbrados a ver personas tan altas. Me hubiese gustado crecer más, pero con los 2.10 estoy bien (risas).