Se venía un partido como el que finalmente vimos la noche del jueves en el Metro. Corrido, peleado, luchado, de derroche físico. Junior le ganó 2x0 a Defensa y Justicia en Copa Suramericana, después de correr de principio a fin, buscando el arco contrario, y sin renunciar a su esencia: el juego ofensivo.
Los ‘ay’ de la tribuna sirvieron de fondo a la actividad del equipo barranquillero en los remates permanentes a la puerta del arquero Ezequiel Unsain.
La perseverancia rojiblanca tuvo que transitar hasta el minuto 29 del segundo tiempo para anotar el esperado gol de Luis Díaz, ante centro al área de Daniel Moreno, y esperar hasta el minuto final para apostillar el triunfo con el penal convertido por Rafael Pérez y pitado por Marques ante falta de Francisco Cerro sobre Marlon Piedrahita.
El 0x0 hubiera sido demasiado premio para los argentinos y “demasiado poco” para los tiburones. Al final al Junior le salió la noche redonda. Jugó un buen partido, ganó, lo hizo con una buena ventaja (que no es para sentirse cómodo, pero ventaja al fin) y evitó recibir gol del visitante. Comesaña dijo en rueda de prensa que habían extrañado a Jarlan Barrera. Es posible.
Pero los equipos de jerarquía son equipos. Dependen del team work. Ese trabajo colectivo es la mejor manera de suplir las ausencias individuales. Junior no sufrió anoche por la generación de juego a pesar de haber jugado sin su “caja de velocidad”, notándose a veces muy predecible y repetitivo. Sufrió porque el volumen de ataque, el número de llegadas a la portería contraria, no se tradujo en goles hasta el minuto 74.
Para entonces, la posesión del Junior era del 66,00% contra 34,00% de Defensa y Justicia. Había que ganar y se ganó. Había que hacerlo por más de un gol y Junior anotó dos. Había que evitar que el visitante hiciera un gol y conservó el arco en cero.