Muchos optan por pudín, gaseosa y rumba para celebrar el cumpleaños. Sin embargo, Henry Castro González eligió prepararse disciplinadamente y festejar sus 74 ‘ruedas’ marchando desde el parque del barrio Los Andes, en Barranquilla, hasta la plaza central del municipio de Puerto Colombia, un exigente recorrido de 21,3 kilómetros que debía culminar en máximo 3 horas, un logro digno de un atleta.
El 20 de julio, día de su nacimiento, a las 3:00 de la madrugada, “más puntual que novia fea” y mientras la mayoría dormía plácidamente, este vallecaucano, con 50 años viviendo en Barranquilla, dio el primer paso para completar su odisea, lo acompañó, trotando, su ‘llave’ del alma, el fotógrafo Julio Narváez, quien solo le aguantó el paso hasta la mitad del trayecto.
A las 3:00 en punto de la madrugada del pasado 20 de julio Henry Castro empezó su recorrido en la carrera 27 con calle 61, parque de Los Andes.
Arrancaron en la carrera 27 con calle 61, doblaron hasta llegar a la carrera 43 y subieron hasta la calle 94, donde giraron y tomaron la carrera 46 derecho, hasta la plaza de Puerto Colombia, la meta. Fueron 21,3 kilómetros que Henry completó en 3 horas y 1 minuto, un tiempo impresionante a sus 74 años.
A las 3:23 de la mañana pasa frente a la Panaderia 20 de Julio, en la carrera 43 entre calles 72 y 74.
‘FALTAN ESCENARIOS’
Un día antes de emprender la marcha Henry le explicó a
AL DÍA
que en un trayecto tan largo le impone dos grandes retos al deportista: superar el cansancio físico y dominar la mente, sobre todo cuando llega ‘la pálida’, ese temido momento en que el atleta piensa que no va terminar y se ve tentado a abandonar la prueba.
A las 3:48 de la mañana el veterano deportista llega a la carrera 46 con calle 96 y empieza a tomar rumbo a Puerto Colombia.
Para ponerse a punto físicamente el septuagenario se preparó en los escenarios deportivos de Medellín y en las carreteras de los pueblos antioqueños, sobre todo en Santa Elena, donde abundan las lomas.
“Una diferencia con la Costa Caribe es que en Antioquia les tienen respeto a los deportistas y no les tiran en carro encima cuando van por la vía”, manifestó Henry.
“Es muy triste que en Barranquilla, una tierra hermosa y bendita para el trabajo, no existan escenarios apropiados para entrenar. Hace unos años, por ejemplo, yo me preparaba con un grupo en el Estadio Romelio Martínez, pero el papá de Teófilo Gutiérrez, el futbolista, no nos dejaba entrar sino cuando a él le parecía bien”, agregó.
A duras penas Julio Cervantes le puede seguir el paso a Henry, quien empieza a apretar la marcha buscando mejorar el tiempo de su recorrido.
Relató que también intentó prepararse en el Estadio Metropolitano, pero uno de los perros que cuida se la‘veló’ y lo mordió; finalmente optó por hacer lo mismo que cientos de deportistas aficionados en Barranquilla y sale de madrugada a las calles corriendo el riesgo de sufrir un accidente o un atraco.
DOMINANDO LA ‘PÁLIDA’
Para dominar la mente y no sucumbir a la ‘pálida’, Henry aprendió a silenciar su pensamiento y no aferrarse a los recuerdos negativos, los deja correr y evoca momentos gratos, buenos recuerdos que le dan fuerza para seguir adelante, “hasta que el mismo cuerpo vuelve a responder y pasa la crisis”, explicó.
Los familiares de Henry lo apoyaron en su recorrido, lo acompañaron en sus carros particulares y llevaron banderas de Colombia.
Y sin duda esa técnica fue la que empleó en el recorrido con el que celebró su cumpleaños, sobre todo para vencer la loma del peaje Los Papiros, la cual “junto con la entrada a Puerto Colombia, fue una de las partes más difíciles del trayecto”.
En ese momento definitivo Henry apeló a las memorias de su juventud como ciclista en el Valle del Cauca, la Vuelta a Colombia de 1966 que corrió y terminó con el equipo Canadá Dry, “sin pantaloneta y con la cumbamba reventada, porque me caí en la bajada de Bucaramanga”, sus amigos del Club de Bolos de Barranquilla y del Club de Caminantes del barrio Los Andes, y otras memorias privadas que no le contó a la prensa.
Acercándose a la meta justo cuando el día se empieza a aclarar.
‘EL OTRO AÑO VOLVERÉ’
“El deporte es bendito y siempre me alegra ver a alguien practicando cualquier actividad física”, opinó Henry, quien no padece ninguna enfermedad, tiene la presión arterial de un quinceañero, está completamente lúcido y gracias a su disciplina ha logrado combinar con éxito las facetas de deportista, empresario y hombre de familia.
A sus 74 años este hombre hace lo que muchos jóvenes jamás harán en toda su vida: entrena mínimo 4 veces a la semana, de 3:30 am a 5:30 am, a veces lo acompañan otros ‘veteranos’, pero nunca nadie menor de 40 años, porque no se le miden.
A las 6:01 Henry entra triunfante a la Plaza Central de Puerto Colombia. Su llave Jaime Cervantes le alza la mano en señal de victoria.
Normalmente los recorridos que hace no son tan exigentes como la marcha que hizo hasta Puerto Colombia. “El próximo año si Dios me da vida y salud espero volver a hacer el recorrido y bajar el tiempo de las 3 horas”, manifestó Henry, sonriente después de haberse vencido a sí mismo, llegado a la meta y descansar durante una hora para reponerse del tremendo esfuerzo físico que realizó.