El día que Barranquilla recibió al ‘espía’ del Cartel de los Soles
El Gobierno de EEUU relaciona a militares del Ejército venezolano y hasta el propio Diosdado Cabello con el tráfico de droga desde el vecino país a destinos de Centroamérica y el Caribe.
El aterrizaje en el aeropuerto Ernesto Cortissoz de Barranquilla de uno de los ejemplares del C5 Galaxy, el avión militar de carga más grande de los Estados Unidos y uno de los de mayor tamaño en el mundo, no dio luces hace tres años de lo que estaba haciendo la Fuerza Aérea (US Air Force) de este país en la entonces modesta terminal aérea de la Arenosa.
Fue una visita ‘fugaz’ del gigante de los aires número 6017 —uno de los 33 que tiene activo esta fuerza militar— que hacía ver como verdaderos mosquitos y hormigas a las flotillas de aviones de las aerolíneas del país. El avión de una longitud de 75 metros y un peso máximo de 380 toneladas llegó procedente de Houston, Texas. Junto con este coloso vino otra aeronave la 0052 de la flotilla de guerra de EEUU llamada ‘The Spirit of McChord’, que parecía hacer las veces de un fiel escudero.
En pista, los dos aviones y su tripulación fueron recibidos por personal local y por uniformados del Comando Aéreo y de Combate de la Fuerza Aérea Colombiana, Cacom 3 de Malambo, que opera junto a la terminal de vuelos comerciales. Hubo un diálogo entre uniformados y, casi que de inmediato, el C5 Galaxy abrió su enorme puerta frontal para iniciar el proceso de entrega de lo que hasta ese momento fue citado como una “carga pesada”. Mientras eso pasaba, hubo selfis, se colaron algunos operarios del aeropuerto para subirse al enorme avión, pero luego todo se controló.
Cuando el área fue despejada, los militares iniciaron el desembarque. Se trató de una aeronave de las llamadas remotamente tripuladas (ART) o ‘Dron’, una de las herramientas más efectivas ahora de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos cuando se trata de obtener información y pistas enemigas.
Este dron era un MQ-9 Reaper, capaz de llegar a una altura por encima de los 10.000 metros, más que un avión comercial, y tener una autonomía de vuelo de 18 horas. El avión no tripulado tenía una misión especial en la península de La Guajira, por allá por Punta Gallinas, en donde este olvidado y mal administrado departamento de Colombia se mete al océano como si pelear quisiera. Allí iba a hacer un rastreo, una vigilancia permanente de señales y de paso ilegal de embarcaciones y aeronaves, de las que se tenían sospechas y rastros salían desde Venezuela repletas de droga hacia algunos destinos de Centroamérica, el Caribe y otras más osadas hasta Europa. Esa era una información que tenían las autoridades de Estados Unidos y de Colombia, y se necesitaba en ese momento validar aquello. Más allá, detectar quién o quiénes estaban detrás de ese negocio.
La aeronave iba a ser controlada desde un centro de operaciones militar en los Estados Unidos, pero la logística en tierra para su despegue diario estaría a cargo del Cacom 3. Una fuente vinculada a esta operación dijo que una de las características de aquel aparato que vino al país era la potente cámara infrarroja que tenía. Según este, capaz de visualizar los movimientos en tierra sin importar las condiciones climáticas.
Hoy se sabe que todos esos datos que recabó el Reaper por espacio de dos meses fueron usados en contra del gobierno venezolano y sus Fuerzas Armadas Bolivarianas que, según investigaciones en curso, son los presuntos patrocinadores del oscuro Cartel de los Soles.
Un cartel de alto rango
La organización InSight Crime, una fundación dedicada al estudio del crimen organizado en Latinoamérica y el Caribe, registra en sus investigaciones que el término ‘Cartel de los Soles’ es usado para describir a los grupos al interior de las fuerzas de seguridad de Venezuela que trafican con cocaína.
Indican que hay células en las principales ramas de las fuerzas armadas del vecino país –el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional, desde el más bajo hasta el más alto nivel– que esencialmente funcionan como organizaciones narcotraficantes.
La Guardia Nacional es la responsable no solo de la seguridad interna de Venezuela, sino también la que tiene bajo su mando los pasos fronterizos, puertos y aeropuertos, el acceso que cualquier negociante de droga necesita.
El término de los Soles habría sido utilizado por primera vez en 1993, cuando dos generales de la Guardia Nacional de Venezuela fueron investigados por tráfico de drogas y delitos conexos. Como comandantes de brigada, cada uno llevaba un solo sol como insignia en sus hombros, dando logar al nombre ‘Cartel del Sol’. Más tarde, cuando surgieron acusaciones de que los comandantes de división –con dos soles por su rango– participaron en actividades de narcotráfico, el término se convirtió en el ‘Cartel de los Soles’.
Durante la mitad de la primera década de 2000, miembros de la Guardia Nacional y otras ramas del Ejército venezolano se hicieron mucho más activos en el tráfico de drogas. Células dentro de las fuerzas de seguridad comenzaron a comprar, almacenar, transportar y vender cocaína, mientras que anteriormente su labor principal era extorsionar a los narcotraficantes que movían cargamentos de cocaína.
Una publicación de Miami Herald de 2015 registró una noticia sobre Leamsy Salazar, un capitán de corbeta venezolano jefe de seguridad del fallecido presidente Hugo Chávez, que colaboró en EEUU en una investigación de las autoridades sobre las vinculaciones entre el chavismo y el narcotráfico.
Salazar, quien pasó gran parte de su carrera al lado de Chávez, llegó en ese entonces a Estados Unidos como testigo protegido y soltó detalles sobre el chavismo. Según fuentes cercanas a la investigación, en su testimonio el capitán sostuvo que la organización de narcotráfico conocida como Cartel de los Soles era dirigida por el número dos del gobierno venezolano, Diosdado Cabello.
Cabello, uno de los dirigentes más influyentes de Venezuela, y tres allegados son acusados por el Gobierno de Estados Unidos de diversos cargos de corrupción, narcotráfico y lavado de activos.
Sin embargo, hoy vinculan al cartel a unos 30 funcionarios cercanos a Nicolás Maduro, entre esas Cilia Flores, su esposa.
Sobre la ubicación de los militares del ejército venezolano que están más involucrados con el cartel se concentran a lo largo de la frontera con Colombia, especialmente en los estados de Apure, Zulia y Táchira. El poder de esas células viene de su acceso a los principales aeropuertos, controles viales y puertos de Venezuela, incluyendo Puerto Cabello en el estado de Carabobo.
Los cargamentos de cocaína, según la investigación de InSight Crime, se compran en los estados fronterizos de Apure y Zulia o en los departamentos fronterizos de Colombia. Las rutas más populares son por vía aérea hacia República Dominicana y Honduras. Otra ruta es transportar la cocaína por tierra a Surinam, después por aire o barco a África Occidental y de ahí hacia Europa. Cuando se mueve por vía terrestre, la cocaína normalmente se almacena en fincas y granjas locales que pertenecen a contactos civiles.
A pesar de que Estados Unidos se ha esforzado en arrojar luz a las actividades del Cartel de los Soles en los últimos años e incluso ha sancionado y acusado a algunos de sus presuntos miembros, el gobierno venezolano no ha realizado investigaciones serias ni ha procesado a alguno de esos sospechosos. De hecho, en algunos casos ha ascendido a los oficiales del ejército involucrados en narcotráfico.
Ojos sobre ellos
Con la reciente visita a Colombia del vicepresidente de los Estados Unidos Mike Pence para la reunión del Grupo de Lima, este dejó clara la posición de apoyar al presidente interino de Venezuela Juan Guidó, reconocido además por al menos 60 países, y cerrarle el cerco a Nicolás Maduro para que deje el poder.
Un funcionario de alto rango del gobierno de los Estados Unidos, en diálogo con EL HERALDO, explicó que entre esas acciones anunciadas por Pence contra el gobierno de Maduro estaban la continua congelación de los ingresos de la empresa Petróleos de Venezuela S.A., Pdvesa.
“El único ingreso de Nicolás Maduro y sus allegados ha sido Pdvesa, eso va a llegar una realidad económica en la cual en las próximas semanas, en los próximos días va a haber un gobierno sin ingresos y un gobierno sin ingresos no puede funcionar, hasta los delincuentes y los paramilitares que están reprimiendo al pueblo tienen que pagarles y no va a haber dinero para eso…”, señaló el diplomático, en relación con las revueltas en frontera del pasado 23 de febrero.
El funcionario indicó además que el narcotráfico venezolano, otra fuente que aparentemente viene financiando al gobierno de Maduro, se verá diezmado “porque todos los ojos del mundo están sobre ellos, no iban a poder narcotraficar por la presión de todo el mundo”.
Frente al Cartel de los Soles, el entrevistado mencionó que en ese grupo criminal “no hay muchos secretos, se sabe de los personajes que hoy en día están usurpando el poder en Venezuela han estado ligados al narcotráfico”.
Recalcó que hay tanta vigilancia actualmente sobre la realidad de Venezuela que aún se están “vigilando las fronteras, vigilando el espacio aéreo y los espacios marítimos…Con todo eso creo que se les va a hacer hasta difícil comercializar droga, lo que antes hacían con facilidad”.
Finalmente, la autoridad de Estados Unidos no descartó una nueva presencia del dron que entre abril y junio de 2016 ayudó a recoger información criminal. Barranquilla, por su posición estratégica, estaría nuevamente en la baraja para recibirlo.