Una carretilla artesanal construida con una mesa de madera es el transporte del Museo Ambulante. La pieza creativa diseñada por Andrés Camilo Arias, que expone ocho dibujos a lapicero de vendedores ambulantes que trabajan en el centro de la ciudad.
Para emular la dinámica de estos comerciantes en el mercado, el joven artista realizó un recorrido el pasado martes que comenzó desde el emblemático Parque de los Enamorados, pasando por el Paseo Bolívar, hasta finalizar en la calle 30 con carrera 44. El objetivo de su particular exposición era mostrar su arte ante los transeúntes.
Arias tiene 26 años y es estudiante de octavo semestre de Artes Plásticas de la facultad de Bellas Artes. Relata que desde niño tuvo esa inclinación por el arte. En el colegio pintaba cómics e historietas y hasta cobraba a sus compañeros por hacer las tareas artísticas.
Por un momento llegó a ser asesor de ventas y se desvió de su real pasión. Impulsado por su amor hacia el arte, luego de varios años decidió formarse académicamente.
“Desde que inicié la carrera empecé haciendo obras relacionadas con las tiendas, porque mi madre tiene una. Luego fui evolucionando la idea al punto de que me impresionaba mucho el trabajo de los señores que veía en las calles vendiendo, para mí sus carretillas eran unas tiendas ambulantes”, dijo.
El “trabajo nómada” de estas personas y la economía informal fue la mayor fuente de inspiración para Andrés Camilo en este proyecto. Sus obras no solo están dedicadas a esta población, sino también al resto de la comunidad, porque a su vez está realizando un experimento social en el que une dos conceptos: el del museo como productor de arte, y el de economía informal como “dos pilares importantes” en la sociedad.
Además, dice, con estos retratos hace un llamado a recuperar prontamente los museos, recintos que deben abrir sus puertas a los artistas emergentes para su formación y crecimiento.
Pero más allá de su proyecto de grado, Andrés Camilo quiere seguir haciendo recorridos con su Museo Ambulante, crear más obras, seguir explorando.
Técnica
El artista cree que en la ciudad “hay muy poco conocimiento” sobre los materiales para el arte. “La gente solo identifica cuando es dibujo o pintura y ya”.
Con el propósito de llamar la atención del público, decidió utilizar un material familiarizado con la comunidad como lo es el bolígrafo, y que hace parte de la cotidianidad de los trabajadores informales que “todo el tiempo están escribiendo, haciendo cuentas e inventarios” con el popular elemento de escritura.
Su lienzo fue la cartulina durex, un papel de dibujo muy blanco de grano fino. La enmarcación de las ocho partes se hizo con pequeñas tablas de madera.
Los protagonistas
El empeño de Andrés por encontrar los rostros de la economía informal fue “incesante”. Durante varios días llegó hasta esta zona del mercado para buscar historias interesantes que pudiera retratar en sus lienzos.
El “señor Jairo”, un conocido tintero de la zona, desde hace 15 años transita por las calles del Centro llevando las bebidas calientes en su “carrito”. La llegada de la pandemia impactó su bolsillo negativamente, y aunque poco a poco se ha levantado asegura que no ha recuperado la estabilidad que tenía antes de la covid-19.
También manifiesta su preocupación por la alta oferta que tiene este negocio en la ciudad, puntualmente señala la situación de los migrantes que han optado por este trabajo para subsistir. “Estamos llevando del bulto”, dice.
Jairo desde las cuatro de la mañana se alista, deja a su familia en casa y sale a trabajar diariamente para llevar comida a su mesa. Extiende su larga caminata hasta las dos o tres de la tarde, cuando regresa a su hogar.
A su paso Arias también se encontró con Rafael Roa y su hermano menor. Los dos vendedores ambulantes en una esquina del Centro de la ciudad comparten la carretilla en la que comercializan diferentes productos.
Desde muy jóvenes han guerreado la vida desde la muerte de su padre, explica el artista. Se autocalifican como “valientes” porque han salido “vencedores antes las adversidades”.
“Nosotros llegamos desde las seis de la mañana hasta las seis de la noche y siempre se mueve”, señala Roa de 57 años.
Rafael, por su parte, narra que estuvo en cama durante cuatro meses tras dar positivo para covid-19, logró sostenerse con sus ahorros. Actualmente su negocio sigue en pie aunque ha sentido el impacto por la pandemia.
Para seguirle el rastro al Museo Ambulante puede conectarse con la página de Facebook El Museo Ambulante o a través de Instagram @a.cat.artista.