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Especial | El cirujano que le devuelve la sonrisa a las mujeres atacadas con ácido

Todas las personas que intervienen durante los procedimientos en el quirófano, lo hacen de forma gratuita.

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Hace seis años, cuando iba hacia su trabajo en Medellín, Luz Nidia Mendoza sufrió un malévolo ataque con ácido. La sutancia química le desfiguró el rostro. Además perdió la visión debido a que los párpados quedaron cerrados por las quemaduras.

Esta ibaguereña de 35 años sabe cuándo es de día y cuándo es de noche, pero desde hace casi seis años no reconoce las formas de las cosas y respira con dificultad. Tuvo quemaduras de segundo y tercer grado en el rostro y cuello. Todo ocurrió el 9 de marzo de 2011 en Medellín, cuando un hombre que vio desde lejos la empezó a perseguir y al alcanzarla en el separador de la calle le arrojó de una lata de Cocacola el ácido que, como ella misma dice, le “comió toda la cara”.

El suyo es uno de los 1.151 ataques con químicos que han ocurrido en Colombia entre 2004 y 2016 (cifras hasta marzo de ese año), según estadísticas de Medicina Legal. Al menos 940 mujeres han sido víctimas de estos hechos. Luz pertenece a un grupo más pequeño conformado por 11 mujeres de escasos recursos que con la Fundación Reconstruyendo Rostros y al médico Alan González, han encontrado en la cirugía plástica una esperanza no solo para regresar a su fisionomía antes de la agresión, sino para volver a tener un rostro funcional.

Ya son 24 cirugías, inicialmente fueron realizadas por la EPS, después Luz llegaría al consultorio del doctor Alan, quien sin cobrar ningún precio le ha realizado varias cirugías. “He tenido muchos cambios desde que el doctor empezó a operarme, ya me siento reconstruida porque yo no tenía cara”, asegura Luz.

La Fundación Reconstruyendo Rostros fue creada en 2012 por Gina Potes, la primera mujer que resultó víctima de los ataques con ácido en Colombia.

Gina tenía 20 años. Sufrió quemaduras de tercer y cuarto grado. En la fundación ayuda a más 50 mujeres víctimas de este flagelo en el país.

Una de las puertas que ha tocado es la de Alan González, uno de los cirujanos plásticos más reconocidos de Colombia y América Latina, quien cuenta con más de 16 años de experiencia y un promedio de 8.000 procedimientos quirúrgicos desde que inicio su especialidad. Alan aceptó el compromiso con estas mujeres (quienes generalmente son madres cabeza de familia de escasos recursos) para ofrecerles no solo su conocimiento sino la cobertura de todos los gastos de las cirugías, incluyendo los costos del transporte para viajar a Bogotá para las mujeres que no pueden pagarlo.

“Después de que les han hecho todas las intervenciones en las instituciones públicas, donde mis colegas han agotado todos los recursos posibles, yo empiezo a hacerles la reconstrucción estética a partir de sus propios tejidos y de la colocación de expansores para que recuperen algunas de sus formas y su fisionomía antes de la agresión”, explica el médico.

Su equipo de trabajo, el anestesiólogo y todas las personas que intervienen durante los procedimientos en el quirófano, lo hacen de forma gratuita.

“Independientemente de los honorarios que en ningún momento los incluimos dentro de esos costos, para nadie es un secreto que este tipo de cirugías cuestan cientos de millones de pesos para poder recuperarlas,” comentó.

Las cirugías que se practican son de dos tipos: las funcionales que ayudan a que las mujeres recuperen el movimiento del cuello, la forma de la nariz o de las orejas, la apertura de la boca o de los ojos, para que puedan ver, respirar, oír, comer, hablar.

Otras son las estéticas reconstructivas que tienen como fin mejorar la expresión facial, para ello se cuenta con los tejidos de otras partes del cuerpo y por medio de injertos, colgajos o tejidos expansivos se busca la recuperación de la forma del rostro.

“Yo empiezo los procesos hasta donde creo que ya no puedo hacer más, bien sea porque los tejidos no me lo permiten o porque definitivamente desde el punto estético ellas se sienten bastante funcionales, no sienten el rechazo por parte de la sociedad y no sienten que están siendo juzgadas por tener un aspecto no tan normal como el de las otras personas”, explica el profesional.

De acuerdo con el cirujano, entre la curiosidad y la ignorancia, la sociedad hace que estas mujeres se sientan nuevamente agredidas, además de no abrirles espacios para la vida laboral, social y personal.

“Ellas se sienten muy emocionadas, es algo muy bonito ver cómo casi que se sueñan con realizarse sus procedimientos, en la medida que van viendo los cambios van sintiendo que la seguridad y los sueños de seguir viviendo a plenitud les está volviendo”, agrega González.

fHasta el momento son once mujeres con 176 procedimientos quirúrgicos que han corrido 100% por su cuenta. “El plan no es tratar a todas las víctimas, porque no es posible, sino que a quien operemos le demos la mayor funcionalidad y evolución estética, para que puedan reincorporarse a la sociedad de una manera normal”.

Alan asegura que siempre lo ha acompañado este “sentido social”, gracias a lo que le enseñó su madre, por eso no solo colabora con la fundación Reconstruyendo Rostros y con United for Colombia, una fundación para los soldados víctimas de la guerra, con quienes inició las cirugías reconstructivas, sino que creó hace ya 16 años una casa albergue para niños y niñas en situación de vulnerabilidad a los que les ofrece posada, alimentación y educación

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