La cara del conflicto armado en Colombia, que poco a poco se va develando en medio de los acuerdos de paz entre el Gobierno Nacional y las Farc,tiene que ver con las familias de los cerca de 7.000 guerrillerosprotagonistas de 52 años de guerra, que están cerca de reinsertarse en la vida civil.
En ese lado de la historia están los padres, hermanos e hijos que los dejaron de ver cuando se fueron para cualquier montaña de Colombia detrás de una ideología, en algunos casos, o, en otros, solo para huir de la realidad en que vivían.
Los guerrilleros del Secretariado de las Fac, no han manifestado ninguna objeción a la forma como han sido tratados | Herctor Palacios
Elisa Castro
, quien tiene un poco más de 20 años de ser fariana, tres de ellos en La Guajira, vive ese sentimiento a diario ya que dejó a su hija cuando apenas tenía dos meses de edaden los Montes de María.
Sin embargo, ella tiene a su lado a su hijo
Ronald Guerrero
, 35 años, quien lleva casi el mismo tiempo en las Farc, a donde llegó sin que su madre supiera.“Los dos estábamos en el Frente 37 de las Farc, pero en comisiones diferentes. Yo no sabía”, contó Castro.
Un día se enteró de que él había seguido sus pasos y ella pidió que les permitirán estar juntos, lo que le fue concedido.
VIDA GUERRILLERA
En medio del ambiente de paz y de familiaridad de la Vigilia por la Paz realizada por organizaciones sociales y las Farc en la vereda La Y de las Marimondas, en el corregimiento de Conejo, jurisdicción del municipio de Fonseca, la guerrillera dejó a un lado sus labores para organizar las provisiones y alimentos que utilizarían para preparar el sancocho de los asistentes.
Dice que su papá Ernesto ya era guerrillero y dos en la familia eran suficientes. A ella no la reclutaron, sino que se fue “enamorando” de lo que veía en el grupo guerrillero cuando su padre la llevaba desde pequeña a los campamentos.
Su cara refleja la felicidad que siente por estar con su hijo y porque hace poco también pudo encontrarse con la pequeña que dejó con una familia amiga, por espacio de 14 años. El encuentro fue posible por las negociaciones de paz y el cese al fuego definitivo que está en vigor entre el Gobierno y las Farc desde el 29 de agosto, tras el acuerdo alcanzado luego de casi cuatro años de diálogos en La Habana.
NO MÁS GUERRA
Por eso se identifica con las madres que han visitado los campamentos o han hecho vigilias y movilizaciones con el fin de encontrar a sus hijos guerrilleros.
Él, quien se amputó una mano en un accidente con una mina hace ocho años en Caquetá, también se siente contento de tener a su madre cerca y sueña con ser programador de computadoras cuando se reintegre a la sociedad.
Su accidente fue atendido por médicos guerrilleros y después de eso siguió trabajando normalmente en las filas de las Farc en labores que se lo permitían.
MADRES INVISIBLES
Con 30 años en la guerrilla y también sin ver a su familia, por más de la mitad de ese tiempo,
Fabio Bohórquez
, del llamado Bloque Martín Caballero, afirmó que las mamás de los guerrilleros “son las madres invisibles”.
Dijo que cuando había combates siempre los medios mostraban a las madres de los soldados llorando, pero “nunca a las de los guerrilleros” sufriendo por sus bajas.
“Ellas han sufrido mucho, no solo por las muertes, sino por la ausencia y tienen mucho miedo, pero esas barreras se están derrumbando”, y señaló que están “contentos con el proceso de paz”. Reconoció Bohórquez que el miedo es una de las barreras que deben derrumbarse con el Acuerdo de Cuba, “para volver a creer en la dirigencia, en nosotros mismos, pero sobre todo en la familia”.