“Cuando me siento ahí en la puerta tengo la sensación de que los carros se me vienen encima”. Así empieza su relato Mercedes Álvarez, una mujer de 80 años con una lucidez que impresiona y que ha pasado un poco más de la mitad de su vida a unos escasos cinco metros de la Vía Oriental, a la altura del barrio Colombia, en Malambo.
La polución, el ruido constante de los motores, la vibración, que con la nueva doble calzada ha disminuido, son apenas algunos de las situaciones que enumera Álvarez para referirse a lo que debe someterse a diario, ella y otros tantos que viven a orillas de la carretera.
A unos 20 metros de la casa de Mercedes, sus vecinos están en pleno duelo por el fallecimiento de tres hermanos que resultaron ser víctimas fatales de un trágico accidente. El pasado fin de semana el conductor de un bus de servicio especial, en un aparente microsueño, perdió el control del vehículo, embistió a los jóvenes que estaban sentados en la puerta de su casa y afectó dos viviendas que también están construidas al margen de esta vía.
Lo que resulta inquietante es que la Ley 1228 de Julio 16 de 2008 regula y determina las fajas mínimas de retiro obligatorio para las carreteras del sistema vial nacional. En el caso de la Oriental que cumple las especificaciones de una carretera de primer orden, que da accesos a capitales de departamento, estaríamos hablando de 60 metros de retiro obligatorio. Esta distancia determinada se toma desde la mitad a cada lado del eje de la vía.
LA LEY NO SE CUMPLE
Es claro que aquí la ley no se cumple y que el accidente ocurrido el pasado 30 de junio es solo uno de los más de 20 que, según Mercedes Álvarez, han contabilizado los vecinos en el sector y que han cobrado la vida de otros residentes cercanos.
“Por aquí han ocurrido accidentes en motos, en carros y en buses que han sido fatales. Me acuerdo de un muchacho que lo atropelló una moto un 7 de diciembre, eso fue muy duro para la familia”, relata la mujer, al tiempo que busca en su nuera un comentario de respaldo a cada uno de los hechos que enumera pacientemente y que debe interrumpir mientras pasa una tractomula y un bus intermunicipal a toda marcha. “Hay que hablar fuerte para que te escuchen”, porque —según los residentes de la zona— eso es parte de la cotidianidad en cualquier casa de este sector, si se tiene en cuenta que 9.845 vehículos, en promedio, transitan diariamente por esta vía, de acuerdo con la información del peaje de Sabanagrande, a cargo de la concesión Autopistas del Sol. En este caso el número podría ser mayor, teniendo en cuenta que algunos circulan solo hasta Malambo.
GRIETAS Y RUIDO
En Galapa, Mayir Palacio, un ebanista, compró su casa hace 19 años a unos 5 metros de la Cordialidad. La fachada de su vivienda luce muy agrietada. La construcción de la doble calzada hace alrededor de un año la dejó así, pero las fisuras se han ido prolongando por la vibración que produce el paso constante de vehículos pesados, según asegura. “Desde las 4:30 de la mañana empiezan a pasar los camiones y buses, y ya uno no puede dormir bien, pero ya son casi 20 años viviendo así”.
Agrega que la perturbación por el ruido suele ser más molesta si algún miembro de la familia está enfermo. No niega que el riesgo de accidentes de tránsito al que están sometidos, él y su familia puede ser mayor por su ubicación, pero hasta la fecha solo recuerda un par de accidentes en una zona cercana.
“Lo que da más temor es que se siga agrietando la casa y se caiga alguna parte de la estructura”, sostiene.
Mientras tanto, en la Circunvalar, que actualmente es considerada como una vía urbana, por la que transita un tráfico promedio de 31.064 vehículos en ambas calzadas, Julia Jinete, de 44 años, heredó hace 17 años una vivienda a la altura del barrio Los Olivos. Desde entonces, tiene varios recuerdos de accidentes, uno sucedió en su propia casa.
Una madrugada mientras dormía con sus cinco hijos, un carro en un aparente descuido se salió de la vía e impactó su vivienda.
“El carro cayó sobre la parte donde está la sala, si alguno de los niños hubiese estado en ese momento ahí pudo haber ocurrido una tragedia para esta familia”.
Acostumbrarse. Esa es la palabra en la que coinciden quienes viven a orillas de las carreteras del sistema vial nacional. En todos los casos se refieren a habituarse al ruido, a la vibración y a que en cualquier momento ocurra un accidente.
Prohibición de licencias. El Artículo 6° de la Ley 1228 habla de la prohibición de licencias y permisos, donde los curadores urbanos y las demás autoridades urbanísticas o de planeación nacional, departamental o municipal, no podrán en adelante conceder licencias o permisos de construcción de alguna naturaleza en las fajas a que se refiere la presente ley.
“Quienes contravengan la prohibición establecida incurrirán en causal de mala conducta sancionada con la destitución del cargo”, así lo comunicó el Instituto Nacional de Vías (Invías). Además de los riesgos jurídicos, Invías advirtió que los moradores de estas fajas de terreno están sometidos a riesgos de salubridad por exposición de agentes contaminantes a largo plazo.
NORMAS DE TRÁNSITO
Las viviendas que se ubican cerca de las vías, sean en entorno urbano o carreteras nacionales, tienen restricciones especiales, con unas distancias de retiro desde el centro de la vía hasta las viviendas, según Isidro Ruíz, consultor en movilidad y seguridad vial. Según el experto, en el caso de las carreteras esa distancia mínima es de 15 metros entre el centro de la vía y la línea de paramento; es decir donde comienzan las construcciones. “Las carreteras tienen unas zonas de seguridad y lo recomendable es que no exista ningún tipo de construcciones, ni siquiera de viviendas en zonas aledañas adonde va el tráfico. En caso de una salida de un vehículo de la carretera, este va a ir directamente a las casas”.
Un vehículo a 80 kilómetros por hora recorre 22 metros en un segundo, lo que significa que si un conductor se distrae o pierde el control del vehículo, inminentemente va a llegar hasta la casa que esté más próxima.
“Ahora hay que tener en cuenta la velocidad de 60 o 80 metros deben estar más retiradas de la zona del tráfico”.
En el caso de los municipios, algunos residentes han invadido las zonas aledañas a las carreteras, pero por criterio de seguridad deben tener al menos 20 metros para garantizar que los vehículos no afecten las viviendas.
Construcciones provisionales. Si la autoridad que tiene jurisdicción sobre la vía, no reclama la zona que corresponde a la parte lateral de la vía, que es una zona que debe dejarse libre, después viene un problema social de desocupar y el Estado debe indemnizar.
La zona que está al lado de la carretera; es decir los árboles, las viviendas, es zona accesoria de la vía y debe estar libre y debe tener una distancia reglamentaria. En la realidad no se cumplen, a lo sumo 15 metros, porque hay normas que se cruzan con las regulaciones urbanas de planeación.
En el caso de las viviendas en vía urbana, como la Circunvalar, el secretario de Planeación Distrital, Pedro Pablo Oliveros, indicó que el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) permite la ubicación de viviendas en la Circunvalar para lo cual se debe atender un retiro a partir de la línea de bordillo.
El funcionario explicó que el POT vigente dispone una medida de 12 metros de bordillo a construcción.
“Hay sectores que no tienen definido ese retiro porque no se han desarrollado, y requieren acordar con el distrito áreas de cesión y retiros mediante licencia de urbanismo”.
Por su parte, el alcalde de Malambo, Efraín Bello, reconoce que en el caso de las viviendas ubicadas en la Vía Oriental deberían contar con mayor protección en las aceras, por lo que planea proponer a la concesión encargada de la vía que se incluya a estas viviendas en un proceso de reubicación.