Existen lugares con muchas historias ocultas dentro de Barranquilla, en los que los registros históricos no pueden ocultar sus fantasmas, los cuales parecen esperar a las nuevas mentes curiosas para avivar todos sus enigmas.
Este es el caso de la antigua cárcel de mayor seguridad que tuvo Barranquilla, la cual en otrora con solo escuchar su nombre generaba terror debido a todos los actos macabros que se cometían detrás de los barrotes de la popular Cárcel de Obando. Este era el centro penitenciario más importante y temido de la costa donde surgieron infinidades de bizarros personajes fuera de la ley que generarían sin duda el contenido para las películas más tétricas y asombrosas del Caribe colombiano.
Obando fue un reclusorio construido en 1930 en Barranquilla que albergó a cientos de presos de toda clase, locura y secretos delincuenciales de su tiempo. Pero sin duda, esta cárcel se hizo famosa debido a que en sus pasillos estuvo el reconocido estafador y delincuente francés Henri Charrière, conocido por su alias de ‘Papillon’; uno de los prófugos más buscados por la Policía Metropolitana de Londres, quien se escapó de todos los calabozos en los que estuvo y que además salió siendo escritor. Pero a pesar de su fama y potencial para liberarse de los grilletes, fue en Barranquilla donde sus habilidades flaquearon y no pudo huir.
La cárcel fue cerrada y en ella se fueron las historias, los gritos y los secretos de 400 presos y 100 vigilantes. Esta prisión fue organizada como cualquier cuartelillo europeo, según describe el historiador e investigador Elkin Núñez, agregando que la prisión se caracterizaba por no solamente recluir criminales, sino también a personas con problemas psicológicos.
LEYENDAS FANTASMALES DE OBANDO
En las investigaciones de mitos y leyendas de esta antigua y temida cárcel, que actualmente es un tranquilo centro educativo muy lejos de sus historias, conocido como el Colegio Nuestra Señora del Rosario, se conoce el testimonio de Julio Meneses, de 31 años, residente del barrio La Magdalena.
Él es el último de los descendientes de Simeón, un reo quemado en la cárcel. Cuenta que su familia siempre hablaba de personas que habían visto aparecer a Simeón después de su muerte. En vida se dedicó a vender flores en los cementerios y tenía un amor escondido con una joven llamada Emilia, que estaba prometida en matrimonio con un extranjero, pero cuando el padre de Emilia se enteró de su amorío lo mando a prisión por violación. “En esa cárcel le tocó compartir celda con enfermos mentales, Simeón duró mucho tiempo y se juntó con unos presos que pensaban escaparse, pero antes de la fuga fue metido al calabozo donde le prendieron fuego. Desde entonces lo han visto penando”.
Otro espanto popular que aparecía en este penal era ‘el Bolas’ o ‘Melalo’, un enfermo mental, hijo de una comadrona y un negro recogedor de algodón, que el único trabajo que podía ejercer era junto a la servidumbre en tareas básicas.
Su atraso psicológico lo hizo violar a muchos, hasta que un día abusó y mató a una integrante de una prestigiosa familia que como venganza lo marcaron de por vida.
‘El Bolas’ fue amarrado y le cortaron las orejas, lengua y varios dedos, fue apuñalado varias veces, pero las autoridades lograron salvarlo de la macabra tortura.
Este hombre duró toda su vida encerrado en esta cárcel. La leyenda la confirma Misael Padilla, de 56 años, quien cuenta que su padre trabajó como celador de esa cárcel y en muchas ocasiones él y sus compañeros veían en los baños la sombra de un hombre negro con ojos rojos. “En la noche también se contaba que lo veían gritando y rugiendo como una bestia”.