Se desmorona historia de la “médica” que denunció no poder graduarse por racismo
Quienes la conocen aseguran que miente. Que si no se ha graduado es por su bajo rendimiento académico. Esta es la historia.
Lo que comenzó como una denuncia pública por racismo se convirtió en una historia coja que está a punto de irse al suelo. En la edición de El Espectador del pasado 28 de febrero, Leibniz Jirleza Mosquera “se presentó ante el país como una víctima de racismo”, como el mismo diario lo cuenta.
La mujer de 37 años, asesorada por el abogado Abelardo de la Espriella, aseguraba queluego de 17 años de carrera de Medicina en la Pontificia Universidad Bolivariana (UPB) de Medellín, no había conseguido graduarse por impedimento de las directivas de la entidad educativa, a quienes además de acusarlos de racistas, les achacó “matoneo y artimañas” en su contra. Por esa razón, Leibniz y el abogado interpusieron dos demandas penales contra los docentes de la universidad y sus directivos.
Fotos de Leibniz tomadas de redes sociales | El Espectador
Aunque la historia tuvo mucho éxito entre los lectores de El Espectador y la mayoría vio su caso con solidaridad, tímidamente empezaron a brotar voces de rechazo a la postura de Leibniz Mosquera, voces que provenían del interior de la universidad y de compañeros que compartieron semestres con ella.
“La victimización de esta persona es un descaro. Muchos fuimos docentes de ella. ; “yo especialmente lo fui en el momento en que falsificó información motivo por el cual fue expulsada… No se trata de un caso de racismo. Los que tuvimos contacto con esta persona sabemos que no está en condiciones de ser médica”, escribió la profesora Marcela Vásquez en uno de los debates que se crearon en Facebook
A pesar de que Leibniz aseguró ser una estudiante sobresaliente, uno de sus ex compañeros tenía otra opinión “Yo estudié con ella desde preuniversitario y una lumbrera no era”.
Otro de los comentarios que recibió El Espectador, aún más fuerte, fue el de una médica que no estuvo de acuerdo con la versión del diario: “Esto sí es el colmo del descaro. Mi alma mater no es perfecta pero no es lo que ella dice. Está justificando sus faltas con el argumento, cada día más inadecuadamente utilizado, de la discriminación racial”.
Leibniz no solo se interesó en que su fallida graduación se relacionara con un caso de racismo, sino que quiso proyectar la imagen de una estudiante humilde y abnegada que hace todo lo posible por superar adversidades económicas. Pero esa versión, al parecer, tampoco es cierta.
Uno de sus compañeros dijo: “es absolutamente falso lo que cuenta. Jamás se le discriminó por su color. Que viene de una familia humilde: falso. Desde que la conozco siempre fue en carro nuevo a la universidad. Y que cuente todas las veces que nos dejaba metidos cuando tocaba hacer trabajos en grupo. O que no iba a clases. Esto es pura manipulación. Que El Espectador se preste para esto es indigno”.
La versión inicial de Leibniz parece desmoronarse. Otros que la conocen dicen que la vieron en un Chevrolet Optra y luciendo ropa de marca. “Ella fantasea y fantasea. No es la primera vez que inventa tanta película”, explicó otra médica.
El Espectador concluye, en un artículo que hace las veces de formulario de descargos, que “Más allá de lo que pase en los tribunales una vez más, lo que sí parece imposible es que logren convencer a la mayoría de excompañeros de lo que realmente sucedía en los pasillos de la Facultad de Medicina”.
Las dudas sobre la historia de Leibiz crecen. Por ahora, desde el juzgado de Medellín, hasta la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia, le han negado los alegatos a Leibniz Mosquera.