El tráfico de fauna silvestre es un delito en Colombia que se encuentra contemplado en el Código Penal, Artículo 328. En resumen, quien lo viole incurrirá en prisión de dos a cinco años y multa hasta de 10.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes.
Hasta julio, según cifras de la Asociación de Corporaciones Autónomas Regionales y de Desarrollo Sostenible (Asocars), en el país han atendido 13.248 animales de fauna silvestre que las autoridades incautaron. En 2019 esta cifra fue de 18.409 en todo el territorio nacional.
Según cifras de la Dirección de Protección y Servicios Especiales de la Policía Nacional, 7.832 de estas especies fueron liberadas entre enero y mayo, y 10.577 de mayo hasta julio.
Una de las zonas más críticas es la región Caribe. Según Asocars, de enero a mayo de 2020 la Corporación para el Desarrollo Sostenible de la Mojana y San Jorge (Corpomojana) decomisó 1.820 especies y la Corporación Autónoma Regional del Sur de Bolívar hizo lo propio con 611 animales.
Asocars reconoce que la pandemia por la Covid-19 ha “reconciliado a los seres humanos con la naturaleza, pero el tráfico de especies en el país no da tregua, aunque ahora con menor escala”.
Una de las frases más recordadas del antropólogo Jeffrey A. McNeely es: “Cada vez que perdemos una especie rompemos una cadena de la vida que ha evolucionado durante 3.500 millones de años”.
Esta cadena de vida, de acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), se rompe con este delito que mueve entre $10.000 y $20.000 millones de euros en el mundo cada año, una cifra, según la organización, equiparable a la que factura el tráfico de armas y drogas.
Aunque el panorama en el resto del país, con todo y que las autoridades consideran que hay una reducción en la pandemia, sigue siendo crítico. En Barranquilla y el Atlántico, por ejemplo, el tráfico y porte de animales silvestres ha marcado una tendencia a la baja. Según la Policía Ambiental, esto no se debe a la falta de operativos, sino a un impacto indirecto de las medidas de aislamiento.
Mercado de granos
El 6 de junio se realizó uno de los operativos más contundentes en medio de la cuarentena. En el mercado de granos de Barranquilla, la Policía Ambiental recuperó 80 animales silvestres. Entre ellos se encontraban 56 aves, 23 reptiles y un mamífero. De acuerdo con la entidad, este sitio es uno de los puntos más críticos en lo que se refiere a este comercio ilegal.
La institución policial estima que en comparación con el 2019 se ha disminuido en cerca de un 30% la incautación de especies de fauna silvestre. Explican que esta situación se da por la falta de personas movilizándose y por la baja en la demanda.
De acuerdo con la autoridad ambiental, muchos traficantes se abastecen de especies para posteriormente venderlas en las vías intermunicipales, en un alto porcentaje a los turistas.
Entregas voluntarias
Debido a la cuarentena y a la escasez económica, algunas personas han optado por comunicarse de manera voluntaria con la Policía Ambiental para hacer entrega de fauna silvestre bajo su poder.
Según sus cifras, desde que empezó el aislamiento en marzo, mensualmente están recibiendo entre siete y nueve primates por parte de las mismas personas que los tenían privados de la libertad.
“Ya la comunidad está entendiendo que no se puede tener fauna silvestre en casa. Hemos recibido canarios, guacamayas, monos aulladores. Esto es un hecho histórico”.
Desde que empezó la cuarentena las autoridades han recibido 85 especies de manera voluntaria.
En más riesgo
Según la Policía, las especies que más incautan en la ciudad son canarios, boas y babillas. De acuerdo con su reporte, los ciudadanos deben abstenerse de la práctica de adquirir aves pues ya está prohibida por la ley la tenencia de estas especies como mascotas.
En el Atlántico
Según Joe García, biólogo de la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA), desde que inició el aislamiento preventivo hasta la fecha no se han registrado decomisos en el departamento por parte de este ente de control ambiental.
Según García, las medidas que restringen el transporte interdepartamental han dado como resultado que quienes se dedican a esta actividad ilícita vean mermado su accionar debido a las restricciones para transportar las especies.
“A quienes se dedican a esta actividad, debido a las mismas restricciones, se les dificulta extraer y movilizar fauna silvestre”, explica.
En 2019, la CRA decomisó entre marzo y julio 23 animales: “Un mono chuco, un mapache, dos ocelotes, un tigrillo, un zaino, un mono martha, dos erizos africanos, un mono cachón, cinco monos cariblanca, cinco monos aulladores, una marimonda híbrida, un mono ardilla y un ñeque”.
En ese mismo periodo de tiempo, pero de 2020, no se han registrado decomisos.
García no descarta que todavía exista un tráfico de estas especies en el Atlántico que puede ser imperceptible para las autoridades, pues los traficantes podrían estar movilizándose entre poblaciones cercanas y así evitar pasar por sus controles.
Salida de animales
De acuerdo con el biólogo, en el Atlántico no fue muy reiterativa o más bien fue casi nula esta situación.
“La explicación es que veníamos de un periodo seco y esto le da muy duro a los animales silvestres porque su alimento y el agua escasean. La cuarentena, eventualmente, empezó a coincidir con los periodos lluviosos en el departamento y por ende los ecosistemas empiezan a tener una recuperación de su vegetación y esto se traduce en más comida para los animales. Esto favoreció para que muchas especies tuvieran un refugio en su hábitat natural”, explica.
Acciones
La semana pasada un venado rescatado por la CRA requirió de atención veterinaria debido a lesiones cutáneas. El animal fue víctima de tráfico ilegal de especies.
Además se realizó la liberación de dos boas constrictor que fueron encontradas por la comunidad en el corregimiento de Paluato, en Galapa, mientras hacían limpieza de maleza. Las serpientes fueron liberadas en la reserva natural que se encuentra en el interior del parque Biotemático Megua.
Asimismo, cinco aves paseriformes que inacutó la Policía Ambiental y que tenían como destino su comercialización, fueron liberadas.
En la finca recreacional Villa Zunilda se hizo la atención de tres titíes cabeciblancos, endémicos del Caribe colombiano, tras otro decomiso de la Policía Ambiental.