Cuando el reloj marca las 4:00 a.m., José Tovar Santamaría ya tiene ‘el ojo pelado’ para comenzar un nuevo día laboral. Mientras gran parte de la ciudad sigue durmiendo, este santandereano de 71 años prepara su desayuno, alista su ropa y emprende su viaje para trabajar usando el poder de su garganta. El hombre no es cantante y mucho menos ofrece shows.
Desde Costa Hermosa, ubicado en Soledad, hasta el periódico EL HERALDO en Barranquilla, José se desplaza todos los días para recoger su material de trabajo y empezar a alistar su voz. Como dijimos anteriormente, no dedica conciertos a las personas, sino que se encarga de ser voceador de prensa en las calles barranquilleras.
En su juventud fue suboficial del Ejército, pero esa vida lo cansó. Ahora, se dedica a ‘disparar’ las últimas noticias locales y del país en la calle 54 con carrera 33 esquina con su mejor arma, la voz. Al lado del semáforo vende los periódicos AL DÍA y EL HERALDO para los transeúntes, conductores que pasan por la vía y vecinos del sector.
Esa es su vida hace 16 años, pero los últimos dos se dedicó a “cumplir un sueño”. El viernes 13 de diciembre, “el señor José” como le dicen los vecinos, se graduó de bachiller en la Corporación Internacional de Educación Integral Elyon Yireh.
Su idea, al principio, era comenzar el bachillerato con su hijo para “que no se sintiera menos que los demás”. Sin embargo, el sucesor no quiso seguir con los estudios y decidió salirse, dejando desconcertado y a la deriva a José.
“Cuando sucedió eso, me desmotivé y casi me salgo de estudiar. Los profesores y compañeros me tenían mucho cariño e insistieron para hacer los últimos dos cursos. Me le medí y logré graduarme como quería”.
En Soledad vive solo y tiene poca comunicación con su familia. Sin embargo, la cuadra lo conoce como un hombre servicial y con una sonrisa siempre en su rostro. Se describe como alguien atento y sabe que “tengo que avisar en el vecindario” los días que no venderá el periódico. Como muchas personas, tiene metas por cumplir, pero también sueños que nunca llegaron a concretarse. Deseó ser abogado y graduarse como bachiller “cuando era pelao”. Aun así, José se siente feliz por cumplir con sus estudios. “Me dijeron que subieron las fotos en redes sociales y habían como 100 personas felicitándome. Es una gran satisfacción”, resaltó.
Mientras entrega un periódico AL DÍA a una moto que pasa por su esquina, José sigue soñando en formarse profesionalmente. Es electricista independiente y se dedica por las tardes a realizarles trabajos a las personas de su barrio. “Tengo pensado ir al Sena para hacer un curso de bobinado y otro que tenga que ver con la soldadura eléctrica”, mencionó entusiasmado.
Sin embargo, toda alegría trae consigo un “pedazo de nostalgia”. Sentado en aquel árbol esquinero, para recibir la sombra que lo protege del brillante sol característico de la ciudad, el santandereano recordó su época juvenil en su tierra natal, Vélez. A Barranquilla llegó en 1970 y desde entonces, no visita el sitio que lo vio nacer.
“Recuerdo que de niño jugaba mucho. Era inquieto hasta que me hice una herida en la cabeza, la cual me dejó una cicatriz. Eso me pasó porque desobedecí una orden de mi mamá de no montarme en una tabla floja que estaba afuera de la casa. Me caí y me enterré un escombro”, mencionó entre risas.
El reloj marcaba las 10:50 a.m. y el señor José estaba casi listo para terminar su jornada diaria de voceador. En ese momento, con un beso y una sonrisa, se saludó con Diosdada Ureche Santamaría, quien es vecina del barrio hace 48 años.
Sin temor al hablar y con seguridad en sus palabras, Diosdada describe a José como alguien único, lleno de mucha energía y servicial con todos los habitantes que viven cerca de aquella esquina. “Él nos considera su familia”, dice la barranquillera quien compra el periódico AL DÍA todos los días.
No son familias de sangre, pero Diosdada le tiene un cariño especial y lo siente como un integrante más de su hogar. Una semana atrás, se dio una invitación particular y, según ella, no esperaba por parte del señor José. “¿Me puede acompañar a la ceremonia de grado de bachiller?”, a lo que la mujer respondió que sí.
“Compartí fotos en mi Facebook y todos mis amigos se emocionaron por semejante logro. Él es un ejemplo para todos”, contaba emocionada.
Ambos recordaron el acto ceremonial donde se le otorgó su diploma que lo acredita como bachiller. Diosdada comenta que fue resaltado por su compromiso con sus estudios y que era indescriptible su cara de felicidad. “Recuerdo que varias veces llegaba a mi casa para que le ayudara con las tareas. Siempre quiso ser cumplido con sus labores”.
Para Diosdada, José es un ejemplo de superación para la sociedad. Según comenta, “nunca es tarde para subir nuevos peldaños y alcanzar los sueños”. Luego de la charla, un abrazo entre ambos fue el sello de despedida y el cierre de una jornada favorable para José.
“Las personas de la tercera edad deben estar respaldados por sus hijos. La gente alrededor se puede convertir en sus amigos, pero nada se compara al cariño de tus familiares”, concluyó Diosdada.