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10 razones por las que Colombia no es (y nunca ha sido) el país más feliz del mundo

Esta semana la ONU nos puso en el lugar 31 y no debería ser sorpresa. En este listado les decimos por qué.

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Nos lo han querido decir desde hace varios años. Han hecho eco de rankings de todo tipo, desde los más prestigiosos como el del Centro Nacional de Consultoría, o Gallup International: nos han querido hacer creer que Colombia es el país más feliz del mundo.

Bueno, esta semana la ONU entregó el Informe Mundial de Felicidad, en el que lista a los países más felices del mundo -EN SERIO- y Colombia, para sorpresa de algunos, aunque en realidad no debería haber sorpresa, no solo está lejos del top 10 sino que se acomóda allá en un tímido y casi triste lugar 31.

El informe de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (SDSN) y la Universidad de Columbia –esto es gente seria-, analiza el nivel de felicidad en 156 países del planeta a partir de indicadores como el sistema político, los recursos, la corrupción, la educación o el sistema de sanitario.

Aquí es donde todo empieza a tener sentido. El bienestar de una nación no necesariamente se mide por la alegría, espontaneidad y sonrisa de su gente –ahí francamente nos va bien- sino con los indicadores que le pueden asegurar a un ser humano vivir tranquilo y por más tiempo, por lo tanto: feliz.

No decimos que seamos infelices, solo que somos felices por las razones equivocadas. Ya otros se han encargado de enumerar las razones por las que somos felicses, por eso en ALDIA.CO enumeramos las 10 razones –debe haber más- por las que Colombia no es (ni ha sido) el país más feliz del mundo.

1. Conflicto armado para todos


Guerrilla de Eliseo Velázquez: Esta obra figurativa del colombiano Fernando Botero plasma la década de violencia de los años de 1950 en Colombia. | Banco de la República


Con más de 50 años, el conflicto armado colombiano entre las guerrillas y el estado no solo es el más antiguo del hemisferio, sino también uno de los más antiguos del mundo. Solo detrás de algunos como el de Israel y Palestina. Colombia se desangró por los crímenes desde la subversión, las autodefensas y desde el mismo establecimeinto. Luego de casi cuatro generaciones, pocos son los colombianos que pueden decir han vivido días de paz. Y eso es muy triste.

2. Sistema de salud para ponerse a llorar

Vía knowyourenemies.blogspot.com


Tal vez todos lo hemos vivido a pequeña o gran escala, pero sobre todo cuando hemos necesitado atención médica. Las citas tardan días e incluso meses, la mayoría de hospitales públicos si no han cerrado están con saldos en rojo desde hace varios años y los hospitales privados tienen la poco sana costumbre de ver a los pacientes como clientes. Se estima que sanear el sistema de salud vale casi 5.8 millones de pesos. Un país enfermo es un país infeliz.

3. Educación a corto plazo


Vía: cuadernosderesistencia.blogspot.com.co


Un país que se precia de ser feliz debe poder ofrecer a sus habitantes la posibilidad de llegar a ser lo que quieran ser. Los avances en educación temprana en Colombia han sido considerables durante los últimos años pero en la educación superior no son ni mucho menos para tirar cohetes. La buena educación pública ofrece pocos cupos y la buena educación privada es muy cara. Colombia aún está quedada en especializar a sus estudiantes para un proyecto de país a largo plazo. No está claro si queremos ser un país basado en importación de alimentos, turismo, petróleo, minas, metalurgia, ensamble automotriz o manufactura. Estas megapolíticas educativas a la larga se traducen en objetivos comunes para el bienestar y la calidad de vida. Si no, pregúntenle a Reino Unido, España, Suecia, Suiza, Corea del Sur o Alemania, algunos de los realmente felices.

4. Desinformación e ignorancia

Vía lacosechadealmas.blogspot.com


La empresa consultora Ipsos-Mori reveló a comienzos de este año una encuesta que ubica a Colombia en el sexto país más ignorante de su propia realidad. El estudio detallaba que los colombianos desconocemos aspectos propios como cuántos son los dueños de la riqueza, qué tanta libertad de culto hay o qué tantos colombianos viven en el campo. Sumemos a este estudio el hecho de que el país tiene pocos medios informativos de circulación nacional y tendremos un coctail peligroso de ignorancia. Dicen si sabes poco, eres más feliz, pero también tienes menos posibilidades de cambiar lo que está mal.

5. Economía temeraria


vía Print my Money


Aunque es un asunto casi siempre mundial, los coletazos de las crisis terminan por afectarnos en la mayoría de los casos. Ahora mismo estamos padeciendo una. Aunque ha despuntado en la última década, la economía colombiana depende demasiado del precio del dólar y del petróleo. Los múltiples tratados internacionales que Colombia suscribe nos dejan a la merced de competidores de ligas que no son la nuestra y que nos expone aún más a las fluctuaciones del mercado internacional. En el bolsillo de los colombianos no hay mucho qué celebrar, el 61,7 por ciento solo tiene para lo necesario según el último informe del DANE.

6. La Narcolombia

Vía Street Art'asty


La mega industria de sangre, luego hecha cultura, en que se convirtió el narcotráfico se llevó todo lo que tuvo a su paso desde hace 40 años. Cobró la vida de millones y con ellas la suerte de los sobrevivientes, que vimos cómo el fenómeno permeó la política, la economía, el deporte, y casi cada ámbito de nuestra colombianidad. El narcotráfico no solo nos quitó la tranquilidad y esparció –con timbre de Hecho en Colombia- la semilla del crimen en todo el mundo, también se llevó colombianos valiosos que seguramente hubieran hecho de este un país muy feliz.

7. Más empleo, pero con salarios más tristes

Vía El Espectador


El desempleo del casi 10% para el mes de febrero, una tasa que los economistas llaman casi “natural”, podría hacernos felices. Aunque esa es la cifra más baja de los últimos 15 años, está lejos de traducirse en trabajadores contentos. La informalidad, subcontratación y pactos que no ofrecen estabilidad generan angustia en quienes consiguen empleo. Eso, sin contar la precaria remuneración para profesiones tan importantes como las del sector salud o el sector educación.

8. Un país históricamente divido

Mapa de La Nueva Granada. Vía Banco de la República


Paradójicamente, si algo nos ha unido como colombianos es ponernos de acuerdo para diferenciarnos. Si ya es difícil ser feliz en un país estratificado, está comprobado que tenemos la capacidad de transformar sentimientos positivos en odio. Ha hecho parte de nuestra historia desde los criollos y los españoles; los conservadores y liberales; los fachos, los mamertos. Y así. También, nuestra particular geografía nos ha dividido un poco más de lo que desearíamos, por eso han brotado regionalismos que perduran entre chiste y chanza. Y para qué hablar de cómo esos sentimientos se han trasladado a ámbitos de felicidad como el deporte.

9. Corrupción 'a lo que marque'

Vía Bacteria


Carruseles de todos los tamaños -hasta el papel higiénico-, polémicos contratistas, polémicos empresarios, parapolítica, farcpolítica, impuestos para obras interminables o que no se traducen en beneficios, fallos en la infraestructura vial, Pretelt, Los Nule, DMG, Interbolsa, Reficar, la lista es interminable. Los últimos resultados del Barómetro de las Américas revelaron que en Colombia la percepción de la corrupción alcanzó 79,6 puntos en una escala de 0 a 100, ubicándolo como el segundo país con mayor índice de corrupción del continente, únicamente superado –casi empatado- por Venezuela con 80 puntos. No hace falta conocer ese estudio para darnos cuenta de que, a pequeña, mediana o gran escala, la corrupción dejó de ser una práctica de unos pocos para convertirse en un lastre casi cultural que goza de altos niveles de impunidad. Ningún país en el que sacar ventaja de los demás valga la pena puede ser feliz.

10. La justicia cojea, pero sigue cojeando

El año pasado, un estudio de la Universidad de Las Américas de Puebla, México, y otras organizaciones académicas evaluó en materia de seguridad, derechos humanos y justicia a 59 países. Colombia quedó tercera como el país con más impunidad del mundo. La inseguridad ciudadana campea y el sistema judicial colombiano no solo no da abasto sino que debe valerse de una legislación con pocos dientes para castigar a los delincuentes. Los colombianos creemos poco en los eslabones de la justicia, empezando por la misma Policía. Podrían preguntárselo ustedes mismos, pocas cosas causan tanta amargura como la sensación de injusticia.

Bien, Hasta aquí llegamos. Sean felices:

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