¿Qué Pasa?

Crónica de un extraño doble asesinato en Barranquilla

Microtráfico, lesiones personales, porte ilegal de armas y extorsión, el dosier delictivo de las víctimas. Buscan a pareja sospechosa.

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–Buenas noches.

–Buenas noches, ¿qué se le ofrece?

–Señor Mañe, ¿usted ha visto por acá a un tal Ñoño?

–No, ¿por qué?

–No, por nada.

Después de este corto diálogo, el hombre que llegó en busca de “un tal Ñoño”, sacó de la pretina de su pantalón un arma de fuego y la accionó en contra de

Manuel Márquez Torres

, la persona con la que cruzó estas palabras. Lo hirió en el cuello. Cuando apareció el desconocido armado, Márquez, de 43 años, dormía en colchonetas junto a su mujer, Damaris Márquez Garcés, cinco de sus siete hijos; y la nuera, Estefani Julieth Herrera Rúa, de 21 años.

El ataque criminal ocurrió a las 7:00 pm del pasado martes a las afueras de unas casuchas en el popular sector de Barranquillita, en la calle 10 entre carreras 43 y 44, contiguo al Caño de la Auyama.

A las afueras de esta casucha situada en la calle 10 entre carreras 43 y 44, sector de Barranquillita, dormía Manuel junto a su familia, antes de ser ultimado.

Manuel trató de correr al recibir el primer balazo, pero el extraño sujeto le propinó un segundo disparo en la cabeza.

Damaris, aturdida por las detonaciones, se levantó de la colchoneta donde dormía junto a su pareja, y cuando intentó acercarse al pistolero este le hizo un tiro que por poco la impacta en la cabeza, pero ella logró esquivarlo.

“Si no me agacho también me hubiera matado a mí”, dijo ayer la mujer.

El sujeto huyó rápidamente hacia la calle 10 con carrera 43, donde lo esperaba un compinche en una moto. Ambos desaparecieron sin dejar rastro.

En tanto la confusión se apoderó de los familiares de Manuel Márquez Torres, que aún aturdidos por el sueño no entendían lo que había ocurrido mientras dormían. Ellos acostumbran a acostarse temprano, pues desde las 3:30 de la madrugada comienzan a llegar comerciantes, dueños de restaurantes y negocios de todo tipo a comprar los productos que allí se expenden.

El herido Márquez fue trasladado por una patrulla de la Policía al Hospital General de Barranquilla, pero allí llegó sin signos vitales.

Testigos del hecho le dijeron a uno de los hijos de la víctima, que el pistolero botó el arma cerca de ese lugar antes de huir en la motocicleta.

Según contaron los residentes en esa zona de la ciudad, Estefani estuvo dialogando durante varios minutos con el sujeto que después ultimó a su suegro (la joven fue asesinada primero).

“Dicen que el tipo la cogió por el pelo, la metió en un rincón, le puso el arma con silenciador en el cuello y la mató. Después, la "encaletó" debajo de unos palos y le puso una carretilla encima”, siguió describiendo el muchacho.

Debajo de unas tablas, yacía el cuerpo sin vida de Estefani Herrera Rúa, de 21 años.

LA AMENAZA

En medio del pesar por el doble homicidio, se supo por voz de un testigo que pidió el anonimato, que a las 11 de la mañana del pasado martes, Johana, la mujer de un sujeto conocido en el sector como Chucky, había amenazado de muerte a Estefani.

El tal Chucky, contaron personas de ese sector de Barranquillita, es un reconocido expendedor de droga al por mayor, que también cobra extorsiones en la zona.

El testigo manifestó igualmente que a Márquez algunos “le tenían envidia”, y por ello había escrito en una puerta de su kiosco la frase: “La envidia mata”. El hombre fue asesinado justo frente a donde se lee el apunte.

VÍCTIMAS

Manuel Márquez Torres era oriundo de San Antero (Córdoba), y se dedicaba a vender carbón y sacos de fique en su cambuche. Desde hace 15 días dormía junto con su familia en el kiosco, porque “no tenían para pagar los recibos de los servicios públicos” de su vivienda en la urbanización Villas de San Pablo, suroccidente de Barranquilla.

La Policía informó que registraba una anotación por tráfico de estupefacientes de octubre de 2015, y dos por lesiones personales de 2013 y 2015. Deja siete hijos, de los cuales Einer y Wainer Márquez están detenidos en la Cárcel Modelo, por el delito de extorsión. Estefani Herrera Rúa era ama de casa. Tenía dos hijos, de 1 y 7 años. Era la mayor de cuatro hermanos. Su compañero sentimental era Einer Márquez, hijo de Manuel.

De ella la Policía informó que tenía registradas tres anotaciones: una por estupefacientes, otra por extorsión y una por porte ilegal de arma de fuego.

“Esa gente ponía a la “pelá” a que extorsionara, que cobrara. Vivía con ellos hace seis meses”, contó un amigo.

DE LOS CARRETILLEROS

Estefani Herrera tenía detención domiciliaria de un juzgado por extorsión, luego de que el 2 de septiembre agentes del Gaula de la Policía la capturaran a ella y otras seis personas por extorsiones a comerciantes del sector del mercado y Barranquillita.

La banda fue denominada los Carretilleros. Entre los otros detenidos con Herrera estuvieron su compañero sentimental, Einer Márquez Márquez y su cuñado, Wainer.

En el caso de Estefanni Herrera y su pareja, fueron capturados en flagrancia cuando entregaban a un comerciante del Centro un papel en el que estaba anotado un celular al que debía llamar para entregar el dinero producto de la extorsión.

De acuerdo con la indagación, los Carretilleros exigían a sus víctimas hasta $13 millones, a cambio de no atentar contra sus vidas, familiares y negocios. “Su modus operandi eran las llamadas telefónicas, en las que se identificaban como integrantes de la banda los Costeños, resaltó la Policía.

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