En un muladar se transformó el lote donde estaba el Cai de Soledad 2.000, destruido por la bomba que plantó el Eln la madrugada del domingo 28 de enero del año pasado, cuando aún la gente no se reponía del atentado a la estación de Policía del barrio San José, que la víspera había dejado seis uniformados muertos y 42 heridos.
Un año después el terreno, situado en la carrera 11 No. 43-103, se ha convertido en un botadero de basura, escombros y animales muertos. También en baño público, guarida de ladrones y drogadictos y a veces, en ciertas madrugadas, hasta en ‘motel’.
El tiempo se llevó las promesas que hicieron las autoridades de reconstruir el Cai, luego se habló de hacer un parque lineal e implementar un Cai móvil, y hasta ahora nada....solo palabras lanzadas al viento.
“El alcalde de Soledad, Joao Herrera Iranzo, no coge el celular. Le escribimos al Whatsapp que nos dio cuando vino por acá después del atentado para pedirle una cita, y responde reenviando videos de los parques que dice él ha inaugurado”, se queja Marta Inés Arbeláez Giraldo, quien vive y tiene una panadería frente a lo que era el Cai.
Reparaciones de su bolsillo
El ataque al Cai de Soledad 2.000 ocurrió a las 4:00 de la madrugada del domingo 28 de enero de 2018, apenas 12 horas después de la bomba a la Estación de Policía de San José, en Barranquilla. La explosión no causó muertes, pero si dejó cinco policías y dos civiles heridos, y cuantiosos daños a la infraestructura de varias casas de los alrededores.
El costo de las reparaciones lo asumieron los dueños de los inmuebles, porque la ayuda prometida por la Alcaldía de Soledad y demás autoridades jamás llegó.
Los heridos en la explosión fueron: el subteniente Sergio Alexander Solano Rueda, comandante del Cai de Granabastos; intendente Fabián Alejandro Henao y los patrulleros: Wilfrido Monterrosa Martínez, Víctor Hugo Villa Orozco y Brayan Javier Redondo González.
Los civiles Luis Alfonso Flórez Arboleda, de 58 años; y José María Barraza Jaraba, también resultaron heridos por la bomba: un kilo de explosivos que, según se informó en ese momento, fueron instalados en los días previos al atentado de San José.
La bomba del Cai, que llevaba 30 años dandole seguridad al barrio y sectores aledaños, explotó a control remoto y causó tantos daños materiales porque no tenía un recipiente contenedor, y la onda se expandió libremente por los alrededores, informó en ese momento el comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, general Mariano Botero Coy.
Cai no, antena si
“La inseguridad reina por acá horrible. La única vez que vimos a la Alcaldía de Soledad fue cuando llegaron del Edumas a sembrar dizque arboles (se ríe), la mayoría se los robaron esa misma madrugada y los pocos que quedaron se murieron por falta de riego”, señaló también Marta Inés Arbeláez Giraldo.
La comerciante y vocera de la comunidad asegura que desde la voladura del Cai “la inseguridad se ha triplicado”, y hombres en moto atracan a cualquier hora del día. “Como los bandidos saben que ya no hay Policía acá, hacen hasta para vender”, aseguró. En mayo del año pasado la comunidad presentó un derecho de petición para informarse sobre la reconstrucción del Cai. La lapidaria respuesta de la Alcaldía de Soledad fue que en ese lote no se puede hacer ninguna inversión porque su cercanía con el arroyo el Platanal, la convierte en zona de alto riesgo.
Sin embargo, en el lote se levanta una antena de televisión satelital de unos 15 metros de altura, una construcción que en teoría tampoco debería estar en una zona de alto riesgo, y sin embargo no ha sido, ni será demolida, “porque está en concesión y le genera plata al municipio”, apuntó Arbeláez Giraldo.
La comerciante recordó que en charlas posteriores con la secretaria de Gobierno de Soledad, Josefa Cassiani, se habló de hacer un parque lineal en el lote e instalar un Cai móvil, pero eso tampoco se ha materializado.
“Hace unos meses y por presión de la gente, entregaron como tres o cuatro alarmas a unas personas del parque, esa ha sido toda la ayuda que nos dieron para la seguridad”, se lamentó la dama.
POSTRADO Y LLEVADO
La misma suerte funesta que tuvo el Caí de Soledad 2.000 le ha tocado a Luis Alfonso Flórez Arboleda, 58 años, uno de los heridos del atentado y quien prácticamente era el ‘todero’ que ayudaba a diario a los policías.
Luis sufrió heridas en la cabeza y en todo el cuerpo a consecuencia de la explosión, y permaneció hospitalizado cuatro meses en la Clínica General del Norte.
Cuando medio se recuperó le dieron de alta y se lo entregaron a su hermana, Maria Arboleda, que desde entonces lo tiene a su cargo y lo sostiene con el sueldo mínimo que gana su esposo.
Para completar desde el 13 de septiembre del año pasado Luis quedó postrado en una cama porque le dio una isquemia (la hermana cree que por las heridas del atentado), y “se le murió medio cerebro”. En consecuencia perdió funciones importantes en el ser humano como el habla, la movilidad y el control de esfínteres.
“Mi hermano prestó servicio en la Policía y quedó enamorado de la institución. Él era el ‘todero’ del Cai. Les lavaba las motos a los policías, les hacía los mandados, les ayudaba a limpiar, estaba pendiente de ellos. El día de la explosión estaba allá con ellos, ayudándoles, y ahora que esta jodido, que no se puede valer por sí mismo, ni para hacer sus necesidades fisiológicas, nadie lo ha venido a ver, todo el mundo, hasta sus propios hijos lo abandonaron”, manifestó
A Maria le ha tocado asumir toda la carga del cuidado de Luis, porque absolutamente todo el mundo le dio la espalda y la indemnización que prometieron le iban a dar por el atentado jamás llegó.
Luis tiene dos hijos, uno es soldado profesional y durante las fiestas de diciembre estuvo de permiso en Soledad y nunca lo visitó.
El otro vástago le pasa $30 mil mensuales a María para la manutención de su papá, una cifra irrisoria que no le alcanza para nada.
Maria les pide a las autoridades que le ayuden para que su hermano tenga la indemnización que le prometieron, y a la Eps que lo atiende, Mutual ser, que le amplíen los servicios a hospital en casa, ya que no tiene recursos para llevarlo a citas, ni exámenes.
Quien quiera ayudarle a esta mujer en su lucha diaria por socorrer a su hermano puede comunicarse con ella al celular 300-287-6098.
“Ese Cai de Soledad 2.000 hace mucha falta, esto por acá quedó muy inseguro, robos en moto, se meten a las casas, esto esta terrible en cuestión de seguridad”, señaló María.