“Él era un hombre capaz de dar la vida por su institución”. Así fue como en entrevista exclusiva con AL DÍA, Diana Carolina Sandoval Vanegas, recordó ayer a su esposo, el patrullero Walter Arley Chaparro Guerrero, asesinado en el sangriento episodio de la mañana del viernes en el barrio Las Américas. Walter, de 29 años y natural de Bogotá, cursaba el último semestre de derecho en la Universidad Americana.
Su propósito inmediato era graduarse para ejercer la carrera, y dejar de lado la Policía. “Por más que pensaba en retirarse para cumplir su sueño -ser abogado-, Walter amaba su oficio y hasta el último instante juró entregarse al máximo por la institución”, continuó Diana Carolina, madre de las dos hijas que dejó el patrullero de la Sijín, adscrito a la unidad de infancia y adolescencia.
Diana no exageró en la apreciación sobre el sentido del deber de su marido, pues según cuenta no temió al enfrentarse contra una multitud de sujetos armados a quienes les pidió identificarse, lo que causó en ellos un enojo que los llevó a iniciar la balacera en la que murieron otras cuatro personas, y resultó herido el compañero de Walter, Johnny Herrera.
Visiblemente desencajada, con los ojos rojos, desgastados por tanto llorar, apoyada en el consuelo de un pañuelo, Diana Carolina Sandoval reconstruyó para este medio las últimas 24 horas de Walter Chaparro.
ALEGRÍA TRICOLOR…
Walter Arley Chaparro soltó turno antes de 6 de la tarde del jueves, y de inmediato se movilizó a su residencia en la calle 45 con carrera 33, barrio Chiquinquirá. Llevaba afán para ver por TV el juego de Colombia ante Estados Unidos. La Selección era un sentimiento tan arraigado como el que sentía por Millonarios, el equipo de sus amores.
“Llegó antecito de 6:30 (tarde) y nos reunimos con los vecinos del apartamento a ver el partido. Terminó contento, porque la Selección ganó (4-2), se la pasó comentando de que no importaba que hubiera sido un amistoso, porque goleada era goleada”, recordó Diana Carolina.
Chaparro era de temperamento tranquilo, que disfrutaba de las telenovelas en familia. “A las 9 de la noche nos pusimos a ver ‘Loquito por ti’, después se durmió a eso de las 10:30 (noche), como de costumbre. Yo seguí derecho, porque me tocaba dormir a la niña menor, cuando quise acostarme con él, ya se había dormido”, precisó Diana.
EL ÚLTIMO ADIÓS
Los horarios laborales de Walter no eran muy cambiantes, por lo general tomaba turno a las 6:30 a.m. hasta mediodía, volvía a las 2 p.m. y salía a partir de las 6 de la tarde en adelante, según los compromisos.
El viernes no fue la excepción. Se levantó de madrugada y a las 6 a.m. se recostó sobre su esposa, la besó y se despidió. “Sentí que me dijo ‘chao, mi amor’, pero no sé qué me pasó, me venció el sueño, no lo despedí. Siempre acostumbraba a decirle ‘Dios te cuide’, pero ese día no lo hice”, expresó Diana, mientras un llanto intenso colapsaba sus ojos, los cuales refugiaban su dolor en un paño de tela.
Pero si las rutinas de Walter no eran muy cambiantes, las de su mujer tampoco lo eran. Ella se levantaba y lo primordial era atender a sus hijas una vez se iba su esposo, al que esta vez no le dio tiempo de prepararle su desayuno favorito, “un arroz con huevo bastante cachaco”.
Las ocupaciones de Diana no permitieron que viera el mensaje vía WhatsApp que le dejó Walter. “Como a las 8:30 (mañana) vi que me escribió ‘amor’, pero cuando le respondí fue tarde, y no me dijo más nada”.
BALACERA MORTAL
¿Para qué le escribió Walter Arley a Diana?, algo que no se sabrá. Lo cierto es que a las 9 de la mañana estaba camino al barrio Las Américas para cumplir con una misión. “Lo extraño es que él siempre me hablaba de sus asignaciones u operativos, pero nunca mencionó algo con respecto a eso”, dijo la viuda. La razón por la cual Walter no le habló a su pareja sobre la misión en Las Américas, podría ser porque se trataba de un operativo nuevo.
AL DÍA confirmó con fuentes judiciales que el patrullero, junto con su compañero Johnny Herrera, debían ingresar a un predio situado en la calle 51E con carrera 3A, sector la Z, a recolectar pruebas que permitieran solicitar un allanamiento para desmontar una ‘olla’ de drogas.
“Al parecer ellos entraron al predio, porque durante la inspección encontramos parte de sus documentos dentro del lugar. A lo mejor alcanzaron a ingresar para tomar fotos y hacer videos, pero algo falló, algo que desencadenó la balacera”, comentó un investigador.
Diana dialogó con Herrera, el policía sobreviviente, quien le explicó lo sucedido. “Lo que me dice es que ellos entraron al sitio y pidieron identificaciones a los sujetos, que como eran muchos, todos consumiendo drogas, sin decir nada fueron abriendo fuego”, sostuvo la mujer.
A partir del testimonio del patrullero herido, trascendió que Walter abrió fuego después que observó a los sospechosos desenfundar varios revólveres. “Salieron muchos pelaos disparando dentro de esa ‘olla’. Walter dio de baja a uno, pero no se dio cuenta de que lo atacaban por la espalda”, contó Diana sumida en lágrimas.
“Mi Walter, baleado, quedó tendido en el suelo, pero aun así continuó defendiéndose, caído, revolcándose, aun así siguió disparando, pero cuando quiso llegar el apoyo ya la gente se había ido encima de él, lo remataron a golpes”, señaló Diana Carolina, que en ese momento preparaba en casa los teteros de su hija menor.
“El compañero John Barrios es quien me dice: ‘Mujer, necesito urgente tu número celular’, pero el que llama a darme la noticia es el padrino de una de las niñas, el patrullero José Saín Garzón (desde Bogotá). Me dijo ‘tranquilízate, lo balearon, pero está bien’, nunca contó que estaba muerto”, continuó Diana. “Llegué a la Clínica Los Almendros y es cuando me dicen que murió, pero ni siquiera lo pude ver, no me dejaron verlo por última vez”, lamentó la viuda.
SUEÑOS TRUNCADOS
Walter Arley Chaparro Guerrero cursaba último semestre de derecho en la Universidad Americana en Barranquilla, donde residía hacía ocho años. Le manifestó a su esposa que una vez recibiera grado, tramitaría su retiro de la Policía para ejercer su nueva profesión.
“Él estaba muy contento, porque el grado sería en diciembre más o menos. Después tomaría el 2019 para alistar su salida de la Policía y más o menos en 2020 se veía litigando”, comentó Diana Carolina. Pero primero que sus metas mismas, para Walter primaron los propósitos con su esposa e hijas.
“Siempre repitió que yo no debía trabajar, que me dedicara a las niñas, porque en su sección (infancia y adolescencia) conocía muchas atrocidades”, precisó la bogotana de 32 años. Y uno de esos objetivos próximos con las pequeñas de 10 y 2 años era matricularlas en clases de gimnasia rítmica y ballet, respectivamente.
Vivir varios años más en Barranquilla, seguir comiendo papas rellenas, los domingos de fútbol con los vecinos, las tardes de sancocho, estos y muchos otros aspectos truncados por la intolerancia y la violencia, esa que deja una viuda y dos niñas huérfanas.
A las 6 de la mañana de hoy saldrá el féretro de Walter Chaparro rumbo a Bogotá, donde lo espera su familia para exponer su cuerpo en cámara ardiente y luego cremarlo.