Solo un mes vivió Víctor Hugo Carpintero Díaz la condición de ‘héroe de la Estación de Policía San José’. Así lo afirma el patrullero de 32 años oriundo de Galapa; uno de los 42 sobrevivientes del atentado terrorista del 17 de enero del 2018, hoy hace un año; que cobró la vida a seis de sus compañeros y que fue atribuido a la guerrilla del Eln.
Carpintero denuncia que luego de ese tiempo ha sido objeto de humillación por la Policía, al punto que contra él cursa un proceso de destitución.
El viernes habló con
AL DÍA
y aseguró que la institución no les ha cumplido a los sobrevivientes en la oportuna y efectiva prestación de los servicios de salud.
“He sido hasta objeto de matoneo por oficiales a los que les reclamo mis derechos”, sostiene.
“Lo primero que quiero quede claro es que estas no son ‘pataletas de ahogado’ por mi reciente fallo de retiro. ¡No! Estoy aquí porque no me da miedo enfrentar a la Policía y denunciar las injusticias en mi contra, que también afectan a otros compañeros, a los que les da miedo hablar”, sostuvo Carpintero Díaz.
El uniformado conserva aún en la espalda múltiples cicatrices de metralla, y también tiene muchas esquirlas incrustadas en otras partes del cuerpo. Su aspecto es permanentemente sudoroso, según él, “porque terminó afectado de los nervios y se mantiene tenso y asustado”.
Caminó por los pasillos de esta redacción, y a simple vista es un tipo normal, pero por dentro lleva un calvario que hasta hoy se atrevió a contar.
¿En qué fecha ingresó a la Policía?
Terminé bachillerato en el Francisco de Paula Santander de Galapa, y el 10 de octubre de 2006 ya estaba en la Policía, de una. Siempre dije que mi sueño era ser uniformado y lo cumplí. Estuve tres años en Medellín, volví a Barranquilla en 2009, pasando por varios CAI hasta llegar a la Aduana.
¿Qué recuerda previo al estallido de las bombas en San José?
Estaba en el CAI la Aduana, pero por no poder formar en la estación habitual (Centro Histórico), nos tocaba presentarnos en cualquier lugar, por ejemplo, a las afueras de la estación San José. El 26 de enero solté turno a las 10 de la noche, a las 6:20 de la mañana siguiente estaba en San José reportándome para la formación.
¿Por qué no podían formar en la estación Norte Centro Histórico (calle 70 con carrera 57, Prado)?
Por capricho de un oficial recién llegado que decidió instalar su despacho ahí. Esa estación fue remodelada, pero aún no la entregan. Y por eso a nosotros nos tocaba estar de un lado a otro. A veces formábamos en Bendición de Dios, en el parque Las Manitos o San José.
¿Qué le viene a la memoria del momento de la explosión?
Ese día nos formamos en ‘U’, mientras el teniente Jeison Pérez impartía consignas y recordaba tareas. A los pocos minutos se sintió el estruendo. ¡Boom! Yo estaba justo a un metro de uno de las cargas explosivas, aún no entiendo cómo no morí, me salvé por la misericordia de Dios. Compañeros como Rada y Márquez estaban más lejos de las bombas, pero murieron.
¿Cómo lo rescataron?
Después de la explosión vi todo confuso, tras unos minutos es que veo a mi esposa -patrullera ahí en San José-, levantándome. Le decía que ayudara a los más graves, y es cuando me dice: ‘Pero mírate’, me di cuenta que tenía la pierna ensangrentada y con heridas en todo el cuerpo. Apareció un paramédico y me montó a la fuerza en una ambulancia que me llevó a la Clínica Campbell de la carrera 14.
¿Por cómo describe ese momento, creyó que moriría?
Claro, sobre todo cuando estoy en la Clínica. Resulta que al llegar me encuentro en la sala de espera con Anderson Cano (patrullero). Recuerdo que me dijo: ‘Curso, me van amputar la pierna’. Le respondí que lo importante era estar vivos. Ingresó al quirófano y a los 15 minutos salió una enfermera llorando, diciendo que estaba muerto. Luego de él venía Rada, también salió sin vida de cirugía; el tercero era yo, y mi pánico era completo, porque además se rumoraba mucho sobre la cifra de muertos, decían que 20, que 30, incluso a mi llegaron a darme por muerto, se alcanzó a decir que las esquirlas tenían cianuro.
¿Con qué secuelas quedó usted?
Quedé con el tímpano derecho destrozado, esquirlas de explosivo en todo el cuerpo, estoy en tratamiento siquiátrico, porque quedé con los nervios alterado, siempre estoy impaciente, inseguro.
¿Cómo ha sido su recuperación?
El primer mes no sabían ni dónde ponerlo a uno, éramos unos héroes: ayudas como mercados, visitas diarias en la clínica. Se veían los altos mandos pendientes. El segundo mes llegaban a la casa con un equipo interdisciplinario, era bueno porque al principio le alistaban las citas pa’ que fuera rápido para uno, después, al tercer mes, todo era una pelea.
¿Por qué ‘una pelea’?
Pedí cambio de estación como para superar la crisis, pero me lo negaron, me dejaron en la misma. Nos ofrecieron incapacidad hasta que termináramos tratamientos, pero en mayo me tocó regresar a trabajar, aunque tengo muchos procedimientos pendientes, por ejemplo el tímpano roto. Y para colmo de males, en la Policlínica siempre dicen que estamos bien, pero es para no atendernos ni incapacitarnos. Varios hemos asistido a médicos particulares que nos detectan problemas que en la Policlínica no quieren ver.
¿Por qué lo destituyen?
Porque el 15 de septiembre de 2015 un compañero y una compañero ingresaron a un hotel y tomaron una siesta en la sala del lugar. Durante su proceso me involucraron como testigo, pues dijeron que se comunicaron conmigo, lo que es cierto, pero sin embargo no sabía en qué andaban. Dicha comunicación -por radio- no apareció, y me juzgaron por falso testimonio. El 13 de enero pasado me llegó el fallo de retiro, por lo que estoy a la espera de que se haga efectivo.
¿Cree que el retiro tenga que ver con el caso San José?
No. Fue un tema de intereses. El capitán José Manuel Gutiérrez, juez disciplinario, me dijo que lo único que debía hacer era decir que no recordaba si había hablado con mis compañeros, pero como no lo hice así, me jodieron. Creo que si me exoneraban de cargos era debilitar el proceso contra los implicados, lo que él no permitiría porque simplemente no gusta del abogado que los defendía. Lo peor es que ni me pude defender como era debido, porque estaba atravesando la recuperación tras el atentado.
¿Hoy que siente hacia la Policía?
Me siento decepcionado. Yo neutralicé varios bandidos y expuse mi vida muchas veces, como para que la Policía me dé la espalda y me retire por un supuesto falso testimonio.
¿Le da miedo enfrentar a la Policía, sabiendo que su esposa sigue activa?
No tengo miedo y tampoco es una pataleta. Sé que mi esposa está activa, es duro, pero tomé la vocería porque muchos de mis compañeros no tienen el valor para hacerlo, ellos tendrán sus razones. Pero es que no podemos seguir así, atenidos a los que nos quiera dar la institución.
¿Siente que usted es un estorbo para la Policía?
Los héroes de San José somos un problema para la Policía. Los primeros dias ofrecieron traslados a todos, pero no convenían por las ubicaciones, luego lo hicieron a la fuerza para movernos a todos de ahí. Incluso los compañeros que no estuvieron en el atentado decían que nosotros, por estar en esta lucha, estamos locos. Entre ellos se pasaban memes de nosotros, imágenes en las que salíamos formados y decían: ‘Cae la banda de los locos’. Nos matonean.
A todas estas, ¿cree que el atentado se pudo evitar?
Sí, porque a nosotros nos mató la monotonía. El Cabo Olivares, en diciembre de 2017, durante una formación en el ‘Parque de las Manitos’, advirtió que era una zona peligrosa, por lo concurrida, era difícil controlar, que en ese caso al menos debíamos sacar a dos efectivos a que montaran guardia, pero el teniente López dijo que no era necesario, que en Barranquilla nunca pasaba nada, y mire. Los de la estación San José que salieron ilesos, como mi esposa, se salvaron porque formaron en una oficina especial, como el manual dice que se deben hacer las formaciones. Nosotros fuimos víctimas por estar a la intemperie, un blanco fácil.
¿Qué sintió al enterarse del atentado en Bogotá?
Todo se viene a la cabeza, momentos duros, nadie merece vivir algo así. Entiendo el dolor de sus familias, pero ellos son oficiales, no tendrán problemas de filas en las clínicas y sufrir todo lo que nosotros sufrimos.
¿Asistirá al homenaje de hoy?
¿Para qué? Esa es una fachada para que la gente vea a los ‘héroes’, pero por qué hacerlo, si ni siquiera nos tratan como tal.