¿Qué Pasa?

VIDEO | “Le dije que estaba embarazada y él inocentemente me creyó”, Antonela

EL HERALDO entrevistó a la mujer que mintió sobre un embarazo y un supuesto rapto ocurrido la semana anterior. Hoy Antonela Santiago Padilla se lamenta de todo lo ocurrido.

Compartir en:
Por:

Mariángel. Ese era el nombre de la bebé que ansiosamente esperaba Víctor, la pareja sentimental de Antonela Milena Santiago Padilla, quien hasta el pasado sábado estaba convencido que dentro del vientre de ella, estaba el fruto de su amor.

EL HERALDO logró entrevistar ayer a la mujer que mintió sobre un embarazo y un supuesto rapto ocurrido la semana anterior, en el norte de Barranquilla. Hoy Antonela Santiago Padilla se lamenta de todo lo ocurrido.

La historia comenzó hace más de 20 años, cuando eran apenas unos adolescentes. “Nosotros nos conocimos cuando éramos jóvenes, teníamos 14 o 15 años y fuimos noviecitos, cosas de pelaos, de ahí no nos volvimos a ver. Años después, entablamos conversación porque él felicitó el día de su cumpleaños a mi hermano quien ya falleció. Yo le escribí y ahí comenzó todo. Al principio, en septiembre (2017) todo era como – ¿hola, qué tal?- ya después se volvió más fuerte, más constante, pero yo era consciente que él tenía pareja”.

Víctor, como identifica Antonela a su pareja, tenía una relación de más de 8 años con otra mujer, sin embargo, él argumentaba que “tenían constantes problemas, que no se llevaban bien y que se iba a separar”, indica la mujer.

Pese a esto, en diciembre del año pasado Antonela y Víctor dieron inicio a su relación, con la promesa que él dejaría aquel compromiso.

La inseguridad le jugó una mala pasada a Antonela, y según asegura, esta sería la razón por la cual tejió toda una telaraña de mentiras que luego no supo cómo cortar.

“Lo hice por amor”

Antonela Santiago, de 37 años, madre de dos preadolescentes, un niño de 13 y una niña de 14 años, tiene claro que un hijo no ‘amarra’ a un hombre, sin embargo el temor, quizá racional o no, de perder a su “amor”, la condujo a un laberinto con una salida dolorosa

“Fue falso, un falso positivo como dijeron, sí lo inventé todo y lo hice por amor, por miedo de perder a esa persona, miedo a que se quedara con ella, por eso lo hice y asumo todo el gran error”.

La pareja de Víctor veía a Antonela como su rival, como aquella mujer que se entrometió en su relación y dañó su hogar pero ella aseguro que no fue así.

“Nosotros comenzamos en diciembre y ellos se separaron en marzo. Yo no me metí en su relación, él me decía que estaban mal y yo lo que hice fue creer en su palabra de que tenían problemas, que eso venía minando desde antes de yo entablar una conversación nuevamente con él”.

En el mes de enero, Antonela empezó a idear una manera de asegurar ese amor que le brindaba Víctor, un sentimiento que desde 2014, cuando estaba con el padre de sus hijos no experimentaba.

Sobre cómo fraguó la farsa, Antonela señaló “En enero un día le dije que estaba embarazada y él inocentemente me creyó”.

Víctor aún no experimentaba la dicha de ser padre, de ser un dador de vida, por eso la noticia que su mujer acababa de revelarle, lo envolvió un mar de sentimientos que distorsionaron la realidad al punto de sentir movimientos fetales que nunca existieron.

“Sinceramente, todo fue como un embarazo psicológico y cuando es así, el abdomen te crece, tu sientes como movimientos, incluso él me decía–mami, la bebé se movió-. Yo sentía náuseas, ganas de vomitar, mareos, tenía antojos, a veces me provocaba comer mojarra y me la compraba, todo era psicológico”.

Antonela Milena fue enfática en decir que nunca simuló con ningún tipo de elementos, su abultado vientre. “Yo me engordé, no es como que yo me puse barriga de trapo, que yo me puse implantes, que si él no me tocaba la barriga, que si él no se daba cuenta”.

Una mentira de 9 meses

Durante las, aproximadamente, 38 semanas que dura la gestación humana, Antonela sacó excusas tras excusas para mantener una pesada carga de falsedad y evitar levantar sospechas entre sus allegados.

“Cuando yo tenía citas, en realidad de controles médicos como una citología o con medicina general, pero no de controles de embarazo, él me decía que me acompañaba, pero yo siempre tenía alguna excusa para evitar que fuera, le decía que no se preocupara que yo iba con mi hermana y así”.

Incluso, tal como lo evidenciaron las autoridades, llegó a descargar una ecografía para mostrarle a Víctor el supuesto crecimiento de Mariángel. “Fue una imagen de internet, pero fue la única que le mostré, solo fue una”.

Ni siquiera Magaly Padilla, madre de Antonela sospechó que podía no ser cierta aquella concepción. “Yo no estuve con ella en sus dos primeros embarazos, así que no sabía cómo hacía sus barrigas, de pronto un día salió con que estaba embazada y a todos nos tomó por sorpresa. Aunque al principio no estuve de acuerdo con esa relación, porque ella ya tiene dos hijos y se iba a meter con otra persona, pensé que debía preparar a sus hijos para esto, pero bueno, el bebé no tenía la culpa y había que aceptarlo. Yo me alcancé a encariñar con Mariángel”.

Amigos y familiares de Antonela incluso le organizaron un babyshower donde le regalaron muchas cosas para el que sería su tercer hijo.

El tiempo se agotaba y cada vez se aproximaba más el momento al que tanto le temía Antonela, la hora de la verdad.

Aquel sábado

El sábado 22 de septiembre, sería el día en que al hogar conformado por Antonela y Víctor llegaría la anhelada Mariángel. Según manifestó a los suyos la mujer, estaba programada para tener, por vía natural, a la pequeña.

“Yo quedé con él de vernos a eso de las 11 (de la mañana) en la Plaza del Sol. Yo salí de aquí a las 10:00 a.m. a buscar un dinero que me iban a prestar para comprar cosas que faltaban”.

Antonela salió de su casa con rumbo al barrio Hipódromo, en Soledad a buscar 500 mil pesos con los que en el centro comercial, comprarían el corral, las cosas necesarias para la pañalera y la ropita rosada con la vestirían a Mariángel.

La mujer reafirmó la historia del sujeto de tez negra que la raptó en un “carro rojo” y además, la atracó.

“Cuando ya tengo el dinero, que voy caminando por el Hipódromo, a mí me atracan y me quitan la plata. Se me acerca un hombre moreno, que me dijo –sigue normal, camina normal y entra en el carro-. Cuando voy acercándome al carro rojo, el muchacho me empuja y yo entro, ahí me vendan los ojos. Después comenzaron a dar vueltas y me dejaron en el puente de la Cordialidad”.

Los minutos en que estuvo a bordo del vehículo, se sintieron como horas hasta que finalmente la dejaron abandonada y sin un centavo para regresar a casa, según afirmó la mujer.

Cuenta Antonela que se sintió desolada a verse sola en ese lugar, sin dinero y con un problema aún mayor que enfrentar. “Yo me asusté, me dije –no puedo gritar, qué hago, qué digo-, me sentía nerviosa, sin dinero, pensaba para dónde cojo, si ponerme a caminar las calles de Barranquilla, entonces me puse a pedir colaboración para reunir para un pasaje y de ahí me acordé de un amigo que trabajó conmigo y que vive en Polonuevo”.

Con la intención de prolongar unas horas más la mentira que la estaba ahogando, Antonela abordó un bus interdepartamental para ir a ver una persona a la que hacía mucho no visitaba por lo que le era imposible recordar a dónde dirigirse con exactitud.

Luego de permanecer unos minutos sentada en las bancas frente a la Iglesia de Polonuevo, Antonela pidió indicaciones hasta lograr dar con su amigo, de quien no reveló su identidad.

“Se quedó sorprendido al verme, me preguntó que qué hacía ahí, por como yo no lo visito. Compartí con él, estaba su suegra, su esposa y las niñas de él. Ahí duré como hasta las 6 y media para 7 de la noche, él me regaló para el transporte de regreso y me bajé de nuevo en Soledad 2000”.

Los reproches que se hacía a sí misma Antonela, seguían rondando su cabeza, no hallaba la fortaleza para enfrentar al ‘monstruo’ en que se convirtió aquella farsa y mientras en casa su familia angustiada, esperaba una llamada de aliento que les hiciera saber sobre su paradero, la mujer una vez más esquivó la realidad y decidió emprender otro viaje en busca de ayuda espiritual

“Nuevamente le pedí a un señor que me regalara para un pasaje, pensando en qué hacer y decidí tomar un bus de Loma Fresca. Llegué a la iglesia del padre Hollman, quería hablar con Dios para ver qué decir, qué hacer. Estuve un rato allí, oré y luego me tocó caminar una trocha oscura porque ya no tenía más. Llegué a la Olímpica de Villa Campestre y fue ahí que decidí llamar a mi esposo”.

Todo un operativo

Con voz de llanto y angustia, Antonela le rogó a Víctor que la fuera a rescatar sin anticiparle nada de lo ocurrido, soltar la verdad aún no lo había contemplado.

“Yo lo llamé llorando y le dije que fuera por mí, él me decía que qué pasaba, pero yo le decía que me rescatara que allá le contaba. Llegó con su hermano y un señor. Cuando llegó, lo primero que me preguntó fue por la bebé, decía –amor, ¿dónde está la bebé? ¿Dónde está?- y fue cuando yo le dije que no estaba, que me la sacaron”.

Casi 12 horas habían transcurrido desde que Antonela salió de su casa en Soledad y ahora era encontrada vía Puerto Colombia y sin la supuesta bebé.

Antonela le repetía sin cesar “en la casa hablamos”, mientras Víctor seguía cuestionándose por la hija que tanto esperaba.

Cuando las cuatro personas van de vuelta a casa de los padres del hombre, en el barrio San Salvador, Víctor seguía cuestionando a la atribulada mujer. Ella solo era capaz de sollozar “en la casa te explico”

“Cuando vamos de vuelta en el carro, el conductor le hizo un cambio de luces a una patrulla de Policía que iba en la carretera y les dijo –me robaron a la bebé-, ellos empezaron a seguirnos hasta llegar a la casa.”

La noticia de que una mujer embarazada denunciaba que fue víctima de rapto y además, que le habían extraído a la criatura de su vientre, representaba un desafía para las autoridades, quienes de inmediato desplegó un operativo para dar con los supuestos responsables y principalmente, con la pequeña niña.

“En casa de su familia, él me insistía que para ir al Hospital, pero yo le decía que no, yo no quería ir porque sabía lo que se me venía. En ese momento no pensé decirle la verdad, por miedo. En fin fuimos al hospital, allá llegaron un poco de policías, Gaula. Ginecólogo me revisó, me hicieron los exámenes y se dieron cuenta que no había embarazo”.

Se cayó la farsa

Aunque sabía lo que estaba a punto de enfrentar, Antonela nunca se detuvo a pensar que solo la verdad podía salvarla de lío en que ella misma se había metido. “Yo me mantuve firme, insistía en mi embarazo, pero la jefe de enfermeras, quien se portó muy bien conmigo, todo el tiempo me pedía que dijera la verdad, me decía que no me iba a pasar nada, que ella me entendía, que yo tendría mis motivos, pero por miedo a que se descubriera todo, callé”.

Evidenciada, Antonela abandonó el centro médico antes que el cuerpo médico le diera el alta, firmó su salida y regresó a casa con Víctor, quien aún no tenía claro en qué momento pasó de ser un futuro padre de familia, a la burla de la mujer que amaba.

“El me rogaba que le dijera la verdad, que le dijera si era cierto, yo no me sentía capaz ni de mirarlo a los ojos, me dio dolor verlo así (rompe en llanto). Al llegar a casa, le conté todo”.

“Mi Dios ayúdame, ilumíname, si ya todo se supo, para qué mentir” imploró Antonela antes de dar todos los porqué que Víctor lanzaba a quemarropa. “Yo le dije lo que hice le hablé de mi inseguridad, de mis miedos, de mi amor, lloramos juntos, me dijo –yo me siento burlado, como un payaso, ¿por qué jugaste con mis sentimientos?, si no estabas embarazada yo no te iba a dejar, porque yo a usted la amo-”.

Nos dimos un tiempo

Seis días después de la tormenta de emociones vividas por ambos protagonistas, ya mucho más calmados, Víctor y Antonela, quienes nunca han convivido bajo el mismo techo, pues él vive en casa de sus padres y ella junto a su hermana y la familia de esta, decidieron darse un tiempo de reflexión.

“Él está dolido”, Antonela es consciente de que la ilusión que sembró en Víctor con el falso embarazo lo ha marcado profundamente. “Es necesario para sanar heridas, para poder pasar esa página. Él me dijo –desconéctate de todo, yo quiero que tú te recuperes, para que vuelvas a ser la Antonela de siempre, cometiste un error y me diste donde más me duele, quiero que me des un espacio para yo sanar-”.

Antonela asegura que hablan a diario y que el amor entre los dos sigue intacto, que su relación sentimental, continúa.

“Solo Dios puede juzgarte”

Antonela se siente agradecida porque pese a su error, ha recibido el apoyo de sus seres queridos. “Mi mare, mis hijos, mis hermanas, mis amistades, todos me han acompañado, me dicen que siga hacia adelante, que no agache la cabeza, que solo Dios puede juzgarme”.

“Yo me tragué esto sola, tengo una prima que es mi confidente y ni siquiera ella sabía. Por dentro era un tormenta, le pedía a Dios que no me dejara caer en vergüenza delante de los demás”.

“Un hombre no amarra un hijo, no hay necesidad de mentir, si él te ama, te acepta tal cual como eres, para qué causar daño a las personas que te aman”.

Actualmente Antonela recibe ayuda psicológica para enfrentar el torbellino surgido a raíz de la situación. “Él doctor me dice que yo soy una persona consciente y centrada, pero que lo que hice fue por un acto de amor, que soy una persona normal, pero por el miedo de perder a alguien que amo, pasó lo que pasó. Me dijo que la decisión estaba en mí, que si yo quería tomarme mi espacio, que era mi decisión”.

Con información de: Diana Navarro.