Para una veintena de personas que se encontraban en el establecimiento ‘Licores La Licorería’, ubicado en la calle 74 con carrera 45, era una noche típica de plática y unas ‘frías’ para sofocar el calor de una noche Barranquillera.
Estas personas, hombres y mujeres de diferentes edades que deleitaban sus oídos con los vallenatos con de Diomedes Díaz que sonaban en la terraza dispuesta por Rafael Brochero, dueño del establecimiento, para atender a su clientela, no se imaginaron que serían testigos de una resolución judicial proferida por la Corte Constitucional.
A las 9:40 de la noche, por la calle 74, un grupo de 10 personas, hombres y mujeres jóvenes liderados por una mujer de vestido largo color beige y cabello recogido que caminaba afanosamente.
Una vez en la terraza de La Licorería, los jóvenes tímidamente se fueron ubicando en una esquina de la terraza, mientras que la mujer de vestido largo preguntó a uno de los meseros del lugar por el dueño. Inmediatamente salió un hombre entre 45 y 50 años con zapatos mocasines, pantalón negro y camisa morada por fuera, de piel trigueña, frente pronunciada y poco cabello. Este era Rafael Brochero, que al ver a la mujer le sonrió y le dijo: “Que más doctora Carolina, la estaba esperando”.
La hizo seguir a una zona cerrada del establecimiento, allí los dos conversaron y llamaron a un grupo de mujeres donde se encontraba Luz Nelly Jiménez, una mujer de la comunidad LGTBI que interpuso una tutela por discriminación en el lugar.
En el recinto cerrado, Luz Nelly, su abogada Carolina Gómez y el propietario del lugar ultimaron detalles de cómo iba hacerse el acto de perdón ordenado por la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional que resolvió la tutela impetrada por Luz Nelly contra el establecimiento de Brochero por sentirse discriminadas por su orientación sexual, y donde se vulneraron los derechos fundamentales como a la dignidad humana, al libre desarrollo de la personalidad, a la intimidad, a la vida privada y a la igualdad.
El hecho
De acuerdo con la tutela interpuesta por la mujer de contextura delgada, piel trigueña y que vestía una camiseta tipo polo con pantalón jean azul y tenis verdes con negro, el propietario del lugar, en julio de 2018, se acercó a ella y a su entonces pareja y les dijo que “yo en mi licorera no acepto este tipo de conductas, porque primero veo que se toman de la mano y ya me ha pasado que después veo que se besan o andan con caricias y yo eso aquí no lo acepto, por eso me reservo el derecho de admisión”.
En el proceso judicial también quedó consignado que el dueño del establecimiento negó la intención de discriminar, por razón de la orientación sexual, a la demandante.
“Las personas presentes en ese momento se sintieron incómodas con las muestras de afecto (...) por lo que los clientes le solicitaron que le reclamara a la pareja, (…). Les comenté la situación y les pedí el favor de que guardaran un poco la compostura”, dice la declaración del hombre en el proceso.
Sin embargo, Sala de la Corte consideró que dicha afirmación carecía de sustento fáctico y probatorio, teniendo en cuenta que la prueba documental que obra en el expediente, permite acreditar que el administrador aceptó que reprochó las manifestaciones de afecto de la pareja, pues consideró, sin ninguna justificación razonable, que no podían besarse ni tomarse de las manos al interior del local comercial.
La disculpa
Luego de 5 minutos de reunión en la parte interna del lugar, las personas salieron, se ubicaron en la terraza cerca del mostrador del local y mirando hacia la carrera 45.
De repente, la melodía del acordeón del vallenato del momento se apagó y una señora de 30 a 35 años que portaba un vestido amarillo de rayas diagonales de diferentes colores, ceñido al cuerpo, se paró en la mitad de la terraza y frotando sus manos dijo: “Señoras y señores disculpen todos la interrupción y pedimos humildemente su atención... Hemos quitado la música porque vamos a hacer un acto con relación a las disculpas públicas y escritas que se debe presentar el día de hoy por el señor Rafael Brochero a la señora Luz Nelly, quien está aquí presenté. También se firmará un pacto de no discriminación a la comunidad LGTBI, lo cuál en este establecimiento no se ha presentado”, dijo la mujer que continuaba frotando sus manos y quien dio paso a Rafael Brochero para que se dirigiera a la audiencia que prestaba atención, de manera curiosa, pero con miradas de no entender a que se debía el discurso.
Inmediatamente Brochero, con las manos en sus bolsillos, se paró al lado izquierdo de Luz Nelly y habló en un tono más bajo que el de la abogada, que introdujo a la audiencia la situación.
“Muy buenas noches, yo como copropietario del negocio, tuvimos un incidente inamistoso donde afectamos a la compañera. La intención no era, en ningún momento, traer incomodidad; entonces, de antemano, a nombre mío, del negocio y de mi familia le pedimos las más sinceras disculpas y le manifestamos que tiene las puertas abiertas y queremos que esto nos quede como una enseñanza”, dijo Brochero. Se volteó hacia Luz Nelly y extendiendo su mano y mirando su rostro expresó: “Mis más sinceras disculpas, por acá a la orden”.
Una vez término de hablar, Brochero fue recibido por aplausos de los clientes y acompañantes de Luz Nelly, que pertenecen a la Corporación Caribe Afirmativo y de la mesa de víctimas de la comunidad LGTBI.
El pacto
Tras las frases de Brochero, los acompañantes de Jiménez extendieron una cartelera que tenía escrito, según lo expresado por ellos, el pacto donde se declara al establecimiento como una ‘zona libre de discriminación’.
La cartelera, que fue leída y expuesta por las dos partes, hacía referencia a lo fallado por la Corte Constitucional en la sentencia T 335 de 2019 y dio 6 razones de “reconocimiento, liderazgo, declaración y rechazo a conductas discriminatorias”.
La mujer y el hombre estrecharon nuevamente sus manos, firmaron el documento e invitaron a los otros clientes a autenticar con su firma el documento. De inmediato, cuatro personas se levantaron para atender el llamado; otros tímidamente lo hicieron después, y dos mujeres jóvenes se fueron hacia los baños para no firmar, según expresaron.
Una vez firmado el documento, Luz Nelly miró a Brochero y le obsequió el pacto. El propietario del establecimiento miró a la mujer y le dijo que lo iba a poner en un lugar visible.
¿Y la otra mujer? Varios asistentes, durante el desarrollo del acto que buscaba cumplir el fallo, se preguntaron por qué solo estaba Luz Nelly. “¿Qué pasó con la otra mujer que al parecer fue víctima del hecho?, preguntaron.
Ante el cuestionamiento de los clientes, AL DÍA contactó a Carolina Gómez, abogada de Luz Nelly. La defensora explicó que la tutela solo fue presentada por su cliente. Además, la otra chica actualmente ya no es pareja de Luz Nelly.