Irepelusa: la música como excusa para la reconquista del ser
El secreto detrás de las melodías con las que Irene López da forma y sentido a su música, se origina en los campamentos que desarrolla con su 'squad'. El ritmo retrofuturista en sus canciones la configura como una importante revelación de la música latina.
Muchos años antes de ser continentalmente reconocida como la figura más prometedora del R&B en Latinoamérica, Irene López descubrió que más allá del violín, había un mundo sensorial a espera de la conquista y que, si bien la música era la plataforma, solamente sería con la voz que esta joven cantante venezolana podría comenzar a cautivar a miles de personas en toda la esfera.
Hoy por hoy, ya convertida en Irepelusa, la vocalista nacida en el caribe del país vecino, en la ciudad costera de Puerto De la Cruz, apuesta por la psicodelia en un lenguaje artístico que se enmarca en dos vertientes: por un lado la realización de música fresca, que no me encasille en géneros y que transporte a los oyentes a un momento de paz. Por el otro, concebir el arte como una experiencia de reconocimiento interior y reconquista.
El trayecto de Irepelusa comenzó con ‘Carledos’ y poco a poco fue desarrollando una forma de música homemade (hecha en casa) que paulatinamente ha escalado hasta alcanzar un posicionamiento importante en listas de plataformas tales como Deezer, Spotify o YouTube.
El secreto detrás de su arte, según considera, ha estado en utilizar la música como plataforma para encontrarse en el camino: “con el tiempo me he ido encontrando. Al principio fueron puros singles y poco a poco fuimos desarrollando una esencia (…) mi música tiene mucho de hip-hop, pero también mezclamos el lo-fi porque nos gustaba cómo sonaba. Yo no soy del tipo de artista que quiere quedarse encasillada en algo”.
Irene sonríe y disfruta, como quien se descubre feliz del lugar y momento que ocupa en el presente. Al principio vivió una experiencia cargada de canciones a modo de sencillos, en los que no solamente fue marcando un camino a través de su voz, sino que además descubrió que se podía transmitir a través de la melodía. Fue entonces cuando, después de incursionar en bases de hip-hop, lo-fi y otros géneros alternativos, decidió establecerse en el oleaje refrescante del Caribe en sus orígenes.
‘Un koala en la palmera’, el álbum debut
Es así como aparece ‘Un koala en la palmera’, que en sus palabras, define como dos cosas íntimas de su personalidad profunda: “me identifico mucho con el koala por los ojos, su personalidad y rasgos, además que es un animal sumamente tierno. Por otra parte, la palmera es ese caribe, es la playa, y el hecho de que el koala intente subir y bajar, habla de las frecuencias de mi vida”.
Sin querer ser encasillada en una única línea, su álbum debut va por ritmos tradicionales de Venezuela, pop, hip-hop, en una mezcla híbrida de sensaciones distintas, pero entreveradas bajo un mismo concepto. Además, el álbum agrupa varias canciones grabas con artistas que representan amistad e inspiración: Los Rivera Destino, Jambene, Veztalone, Noreh, Cantamarta, Lasser, Horus y Lee Eye.
‘Retrofuturismo Psicotropical’, un segundo hijo con otros dos padres
Irepelusa, con frecuencia, trabaja de la mano con otros dos artistas emergentes de gran talento en Venezuela y a nivel continental: Veztalone y Frank Lucas. La trilogía da forma y sentido a la agrupación ‘Motherflowers’, que lanzó casi en simultáneo con el primer álbum de la venezolana, un disco con 17 canciones.
En ese álbum se incluyen canciones con varios de los más importantes artistas venezolanos en la actualidad, tales como Apache y Rawayana. “Ese álbum me encanta porque muestra mi yo en dos facetas. Quiero decir, un Koala en la palmera es mu yo más caprichoso; ahí tuve la libertad de ser como yo quiero ser. En Retrofuturismo soy fiesta, rumba y equipo con Vezta y Frank. Construimos una familia”.
Los campamentos, el origen de la unión
Como todos los artistas, el proceso de Irepelusa rompe con los estándares tradicionales para enmarcarse en una aventura diferente. En su caso en específico, la idea consiste en escapar en equipo a un punto de conexión con la naturaleza para desarrollar, lo que ellos llaman, campamentos musicales.
“Nos vamos todos un fin de semana, sea en la montaña o en la playa, y estamos todos trabajando. Salen ideas y muchas cosas. De hecho, muchas canciones del álbum salieron así. Todos desarrollamos, vamos hablando y desarrollamos una unión entre los pensamientos distintos”, explica.
“A mí me gusta ponerle mi color a las cosas, pero también ver cómo alguien más me aporta cuando estoy trancada y es fino tener a alguien que llega y te dice ‘mira, qué tal te parece esto’. Yo he ido desarrollando mi manera de expresarme, pues no soy tanto de léxico sino de melodías”.
