Sadomasoquismo: así es la doble vida que llevan un cristiano y un ingeniero en Barranquilla

Hablar de sexo ya no es un tabú para la sociedad Barranquillera. Sin embargo, algunas de sus prácticas y fetiches aún no salen de las habitaciones de los barranquilleros. El BDSM (Bondage y Disciplina; Dominación y Sumisión; Sadismo y Masoquismo) es uno de esos temas que tiene sus adeptos en la capital del Atlántico.

Dentro del BDSM se utilizan varios objetos para hacer más “placentera” la situación como por ejemplo: látigos, sogas, anal plugs, cuerdas de curricán bañadas con aceite, vibradores, entre otros.

EL CRISTIANO

Manuel* es un abogado cristiano de 27 años. Lleva una vida normal, trabaja en su oficina de lunes a viernes y todos los domingos va su iglesia sin falta. Sin embargo, es parte de la comunidad BDSM en Barranquilla desde hace un año y medio.

El joven afirma que decidió adentrarse al mundo de BDSM porque quería probar nuevas experiencias y ver que más tenía el sexo para ofrecerle. “Una amiga me enseñó a hacer los nudos y las ataduras. De ahí he ido aprendiendo un poco, además, leyendo e instruyéndome”, afirmó.

Asimismo, comenta que ha tenido varias experiencias en su rol de dominante, y especifica que también existen personas que se identifican más con el rol de sumiso o el ‘switch’; estos son quienes ejercen ambos roles. “Hace poco se lo propuse a una prima, lo hicimos y le quedó gustando el rol de sumisa”, comentó el abogado.

No obstante, explica que hay personas que les gusta experimentar los roles íntegramente, es decir que les gusta “sacarlo de la cama y trasladar su relación a la vida personal”.

Por ser una práctica que muy pocos se atreven hablar, es muy difícil encontrar una pareja que exprese sus gustos por esta extraña fantasía. Aunque, existen páginas en las redes sociales que reúne a los amantes de las relaciones ‘chocolate’, como la llaman. “Se necesita tener paciencia, porque sí hay gente que le puede gustar, pero no se atreven a dar ese primer paso”.

Le llaman relaciones ‘vainilla’ al sexo convencional, pues asocian la palabra con algo normal, sencillo y que no tiene nada especial. Por otra parte a este mundo se le llama ‘chocolate’ y lo relacionan con las relaciones fuera de lo convencional, lo “delicioso”.

El dominante dice que utiliza cuerdas y látigos, e igualmente puede utilizar ‘zunchos de seguridad’: “siempre hay que tener un alicate a la mano por que una vez se ajustan quedan increíbles”, manifestó entre risas.

“Por lo general se utilizan cuerdas de seda, esposas o cuerdas de curricán bañadas en aceite para no maltratar al sumiso, la idea es causarle placer y no dolor”, enfatizó.

Lo más importante de una relación dominante-sumiso es saber cuándo decir no más: el dominante manda, sin embargo el sumiso es quien tiene el control. “El o la dominante no tiene el control sino el sumiso, que es el que decide cuándo parar una vez se hayan traspasado los límites impuestos en la relación, pues el dominante no es el que está amarrado, ni el que expone su cuerpo”.

Con respecto a su extraña mezcla de cristianismo y BDSM nos explica que el hecho de ser cristianos no significa que no les guste el sexo. “Hay gente en la comunidad cristiana que les encantaría experimentar con el BDSM y amarían practicarlo con sus parejas. Además, conozco a muchos pastores que incentivan a sus parejas a cambiar de sus hábitos sexuales” declaró Manuel.

EL INGENIERO

Otro caso es el de Joe*, un ingeniero mecatrónico de 30 años y padre de familia, que también hace parte de esta sociedad.

Su pasión comenzó hace 4 años cuando tuvo la curiosidad de ver videos. Luego lo intentó con una expareja a quien amarró e hizo una sesión de BDSM. “Ella quedo muy complacida, al ver su expresión me gustó mucho y seguí investigando”.

Al igual que Manuel, Joe es un hombre dominante y nos relata que prefirió este rol porque le gusta tener el poder. “Es la sensación de tener una mujer sumisa, que obedezca las ordenes. Aunque es difícil encontrar a mujeres que le guste eso, siempre hay unas que con sus expresiones al terminar la faena lo agradecen sin importar que tan rojas queden”, afirmó el ingeniero entre risas.

Contó que una de sus primeras experiencias fue gracias a Facebook. Todo comenzó por un ‘me gusta’, él hizo un comentario en una página llamada Los y Las Indecentes, luego ella le dio ‘like’ y comenzaron a hablar. “Era una imagen donde un hombre vestido formal, tenía a una mujer atada de manos con un lazo en la cuello y venda en los ojos”, especificó.

Después de esto, comenzaron a hablar por WhatsApp, se enviaron fotos e hicieron ‘sexting’. “Cuando ya había confianza le dije que quería intentar algo: amarrarla y tratar de que hiciera ‘Squirt’. La primera vez solo viró los ojos de placer, sin embargo la segunda sí logramos hacerlo, perdió el control de su piernas”.

Según Joe, todo esto sucede en una residencia tipo cabaña y nos admite que cuenta con accesorios y juguetes sexuales como: anal plugs (de dije, cola de zorro, cola de conejo y sencillos), vibradores, sogas, esposas, clip de pezones y vendas.

¿Pero cómo se sabe que la pareja quiere parar? Según afirma el hombre, en el BDSM se utilizan palabras de seguridad fuera de contexto, por ejemplo: carro, casa o luz, entre otras. “Al decir alguna de esas palabras el otro participante entiende que ya no está en excitación o hay algo que le está lastimando”.

A pesar de que las personas piensen que los hombres dominantes son machistas, es todo lo contrario. Para Joe, las personas tienen los mismos derechos en una relación y no debe cambiar nada. “Me gusta ser dominante para ver las caras o expresiones de mi pareja”.

Además, según el experimentado, el BDSM es una práctica en la que se debe tener mucha confianza y una mente abierta. “El BDSM es una salida de la rutina y la monotonía, el experimentar con diversos tipos de juguetes, lencería, cuero o látex y hacer una relación más amena”.

De acuerdo con José Manuel González, sexólogo experto, estas prácticas son atractivas por lo que son diferentes y fuera de lo común, y la gente no se atreve a hablar de ello puesto a que es un tema que no es bien visto en la cultura, hay vergüenza y existe el miedo de ser rechazados.

Y así como Joe, advierte que se deben consumar cuando la persona tenga la suficiente confianza y madurez con su pareja, pues no todo el mundo está preparado para vivirlas. “Así como hay consecuencias gratificantes y positivas también existen las consecuencias negativas que puedan producir ansiedad y hacerle daño a la persona”.

“Yo no he atendido pacientes que hayan tenido experiencias y les haya ido bien, pero si personas que les ha ido mal. Han quedado con estrés post-traumático y con ansiedad”, afirma González.

Vivimos en una comunidad machista, no obstante la mayoría de veces son las mujeres quienes ejercen el mandato y los hombres son los sumisos, el sexólogo nos explica que esto se debe a que los hombres mantienen un conflicto con el poder y esta es la manera de resolver esa ansiedad, conflicto e insatisfacción.

También, para las mujeres que hayan sido víctimas del machismo les llame la atención ser una persona dominante y que en un momento dado se vuelvan violentas y controladoras.

Para Nicolás Burgos, psicólogo y profesor de la Corporación Universitaria Reformada, las personas que practican BDSM tienen una estructura perversa, no tienen límites y su sexualidad es infantil.

“Para ellos es placentero sentir que tienen el poder y dominio sobre la pareja. Ellos gozan haciendo sufrir a las otras personas. En estos caso se debe ver qué experiencia infantil tuvo, en donde este fue pasivo”, advierte Burgos.

Según el psicólogo, estos comportamientos vienen con antecedentes previos, es decir, que la persona dominante antes era sumisa. “Es posible que de víctimas hayan pasado a ser victimarios”.

Además, estos comportamientos se pueden considerar trastorno de personalidad, pues el sujeto puede llegar a ser antisocial o tener un trastorno de personalidad narcisista.

La sexualidad de estos, es una sexualidad impulsiva y cargada de violencia. “Siempre se le puede ver como alguien apasionado y lujurioso, sin embargo las personas empiezan a darse cuenta que está lastimando su esfera afectiva y emocional, y que ya no es por amor sino una satisfacción impulsiva”.

Aunque se tengan dos conceptos diferentes, la práctica entre el dominante y el sumiso puede ser consecuencia de alguna experiencia infantil o pasada en donde la persona que es ahora dominante haya sido sumisa.

Sin embargo, el sexólogo González advierte que en esta clase de prácticas es mejor no opinar y que cada persona explore por su propio medio su intimidad. “Yo creo que la sexualidad tiene muchas caras, hay muchas formas de verla y cada quien va buscando su camino”.

El BDSM es un mundo nuevo en la sociedad Barranquillera y aunque la gente lo ve de manera negativa, para sus integrantes es una experiencia gratificante que a pesar del dolor seguirán practicando en la intimidad de sus habitaciones.