Los chicles se han convertido en uno de los problemas más engorrosos cuando se trata de limpiar las ciudades ya que este tipo de material se demora de 20 a 25 años en biodegradar, peor incluso que las colillas de cigarrillos, ya que son 10 veces más difíciles y caros de eliminar.
Es por eso que la holandesa Jolande Penninks fundó Gumbudy, una organización que ha empezado a instalar tableros en distintos puntos de Ámsterdam, Róterdam y otras ciudades holandesas para que la gente pegue el chicle en ellos y sea más fácil su recolección, indicó El País.
El proyecto dio un paso más cuando crearon el primer calzado del mundo hecho a base de chicles recogidos de las calles. Los zapatos llevan un mapa de Ámsterdam en la suela.