La maldición del Cristo con cara de mujer en Polonuevo, Atlántico
En Polonuevo, Hermes Carmona instaló una imagen con la que busca acabar la “maldición” que, según sus coterráneos, cayó sobre el municipio desde que destruyeron una similar en 1963.
En Polonuevo, Hermes Carmona instaló una imagen con la que busca acabar la “maldición” que, según sus coterráneos, cayó sobre el municipio desde que destruyeron una similar en 1963.
En las afueras de la Iglesia San Luis Beltrán de Polonuevo hay una estatua. La base está hecha de cemento; aún está fresco y parece tierra. Los pies están arqueados hacia adentro, representan el clavo que unía estas extremidades durante la crucifixión.
El cuerpo está, más que vestido, envuelto en una tela de arcilla que cubre desde las rodillas hasta los hombros. Los brazos enjutos, se extienden horizontales como si estuvieran sujetados por una cruz. El cabello es largo y está peinado hacia atrás, dejando ver las facciones. No tiene barba, sus cejas son delgadas, y el mentón fino. Tiene por nombre el Cristo del Perdón.
La escultura está metida dentro de una caja de cristal desde el sábado pasado. Muchos de los habitantes del pueblo ni siquiera han notado la diferencia, como Raúl Alberto Jiménez Cervantes. Camina por la plaza, se detiene y dice extrañado, “La cara es de mujer”, y sigue su camino.
El hecho que las facciones sean femeninas no obedece a lo que dicen vecinos del pueblo. No es la “búsqueda de participación política” o “un irrespeto al municipio”, sino, de acuerdo con Hermes Carmona, líder del proceso de recuperación de la escultura, a “rescatar el legado cultural y espiritual del pueblo”.
La historia de esta escultura se traza a 1944, año en que Milciades Palma se casó con Leonor Martínez. 15 años después, el marido falleció, dejando a la mujer sola pues nunca lograron tener hijos.
En medio de su luto, Martínez, modista y escultora, quiso hacer una figura que representara “su sufrimiento y el de su marido”. Escogió a su primo Aníbal Martínez como molde para el cuerpo y a Maura Mercado como guía para el rostro por sus facciones finas.
Le puso como nombre el Cristo del Dolor y la colocó sobre la tumba de su difunto marido. Allí se quedo desde 1959 hasta 1963 porque Leonor rehízo su vida con otro hombre en Barranquilla. Una noche, Heriberto, hermano de Milciades, junto a un grupo de amigos entró al cementerio y, juntos, destruyeron el Cristo por completo.
Según las personas de Polonuevo, desde aquel día, ha caído una “maldición” sobre él y especialmente sobre aquellos que participaron en la destrucción de la figura. De este hecho, le quedó el sobrenombre “matacristos”a las personas del pueblo.
El primer hecho que desató esta creencia fue la muerte de Heriberto Palma en el 66 en un accidente de tránsito en Valledupar.
Dos años después un bus Ford modelo 65 rojo, que tenía el nombre de Canario, se incineró en la vía a Barranquilla cuando chocó contra una volqueta que llevaba thinner, dejando el saldo de 11 muertos y 43 heridos.
Según Hermes Carmona, una parte de la comunidad enfurecida, que se hizo llamar los ‘Monos’ causó presión en la población, obligando al alcalde de turno, Carlos Mendoza, a colocar otra estatua en el lugar donde habían destruido la antigua; se le conoce como el Cristo de las Ánimas.
No obstante, personas del pueblo, como Manuel Escorcia, aseguran que esta maldición no se ha levantado y que por eso es que el municipio “no ha progresado”.
La reconstrucción de la historia
Hermes Carmona Polo es descendiente de la familia que fueron autores intelectuales del desmán.
“A mí me enseñaron que si daño algo debo repararlo”, dice el abogado quien desde 2011 ha liderado la causa para restaurar la memoria histórica del pueblo a través de la memoria oral que hay sobre la escultura ya que no quedaron imágenes.
Wilson Martínez, alcalde de Polonuevo en 1988, recuerda que el Cristo del Dolor “se asemejaba mucho a un físico de mujer, porque la señora Leonor Martínez utilizó los dos géneros como moldes, y por eso es fiel a la imagen original”, explica el hombre quien aún posee recuerdos de la estatua que fue destruida y que recuerda como una “obra de arte”.
Ese 2011, a través de entrevistas con personas del municipio, reconstruyó la historia de aquel entonces, y la plasmó en un ensayo.“Leonor se adelantó al tiempo y nos dejó un mensaje, un tema que tiene todos los elementos del perdón y equidad de género”, asegura.
En 2013 buscó la ayuda de Jorge Artel, coordinador del Museo Bolivariano y junto con estudiantes de la facultad de Bellas Artes recompuso las piezas. Con una foto de Maura Manotas, la modelo original quien ya había fallecido para entonces, recrearon la cara con un maniquí de base y plastilina de herramienta.
Para el cuerpo reutilizaron a Aníbal Martínez, quien a sus 80 años aún conservaba su contextura delgada y sus ganas por hacer parte de la historia manifiesta del municipio en donde nació y creció.
Una vez se terminó el proyecto, Hermes comenzó la gestión para que se colocara la nueva estatua en lugar del Cristo de las Ánimas, sin embargo, por controversias con los vecinos, se les negó el espacio. Durante dos años estuvo buscando un lugar donde colocarla hasta que el alcalde y el párroco de la iglesia le dieron el visto bueno para que fuera colocada en la plaza que queda en la calle 3 con carrera 4.
“Aún cuando la imagen la destruyen en el cementerio, esta historia nace realmente en 1944 en esta iglesia donde se casaron Milciades Palma y Leonor Martínez”, justifica Carmona la locación de la estatua.
El alcalde de Polonuevo, Dagoberto Luna, apoyó la causa con el transporte de la pieza. La gobernación y secretaría de Cultura del departamento con el pedestal y la caja en donde está sellada.
La inauguración de la escultura se planea para un tiempo próximo, para que el resto del municipio no solo pueda visualizar las características de la escultura sino también entender el mensaje que trae detrás el arte.
“No conozco un Cristo con estas características, que en este tiempo de violencia contra la mujer combata la desigualdad de género que no es solo laboral, sino que también se ha metido en el plano simbólico”, concluyó Hermes Cadena.