La noche de este domingo estuvo lejos de eser apacible para los pobladores de Magangué, Bolívar, donde tres delincuentes intentaron con una profunda excavación llegar hasta un punto de venta de arroz. El grano no era lo que buscaban, sino una caja fuerte de la que sustraerían todo el dinero contenido. Sin embargo, un error de cálculos hizo que sus planes no salieran según lo esperado.
Los tres detenidos por la Policía fueron Henry Gaitán Ibarra, de 71 años y oriundo de Cali; Raúl Manuel Maza, de 62; y Jesús Gómez Serna, de 67 años y de origen en la ciudad de Copacabana, Antioquia.
La planificación para el crimen no fue orquestada de un día para otro. No. Al parecer, uno de ellos tomó la iniciativa cuando visitó un local comercial con el propósito, según dijo en su día, de "arrendarlo para montar un local de venta de teléfonos celulares".
Sin poner mayor reparo y recibiendo un anticipo de $100 mil pesos, la propietaria del establecimiento accedió a la petición y cedió el lugar bajo una propuesta de préstamo, sin tener sospechas de lo que pronto sucedería.
Sin esperar más tiempo, el hombre que alquiló el lugar esperó hasta el final de la tarde en compañía de otos dos sujetos. Sin moverse en ningún momento, esperaron hasta la caída del sol para ponerse manos a la obra, cuando ya no hubiera 'moros en la costa'.
Entonces llegó la noche y con ella, los adultos comenzaron a trabajar. Tres de ellos se encerraron con martillos, soldadura y sopletes para comenzar a perforar paredes e ir penetrando en dirección a la caja fuerte, que hallarían algunos metros más adelante, según calculaban.
Sin embargo, el sigilo no estuvo contemplado en su accionar criminal y pasada la medianoche el estruendo fue tal que los vecinos de la zona no tuvieron de otra sino que llamar a la Policía para que investigara por lo que estaba sucediendo.
Atemorizados, los ciudadanos acompañaron a los uniformados una vez llegaron al punto del reporte y entonces rompieron los candados y cadenas, accediendo sin dificultad al establecimiento comercial, del que ya habían perforado las paredes para pasar a otro punto. Con varios metros de trabajo ininterrumpido, la policía los encontró en otro punto: un establecimiento de construcción que quedaba al lado de la zona donde comenzaron los trabajos.
Sin escapatoria, los adultos mayores entregaron sus armas y salieron esposados a la luz de la noche. El crimen acabó frustrado y ninguno de los hombres alcanzó a poner sus manos sobre el preciado botín, que se estima, tendrá no solo dinero en efectivo, sino otras piezas de carácter valioso.