En su cuenta de Facebook el periodista barranquillero Eduardo Ahumada, uno de los enviados especiales del Canal Caracol al Mundial Brasil 2014, lanzó el jueves pasado la siguiente pregunta: ¿Cuál es la razón más poderosa para que alguien se haga hincha de un equipo? También escribió las alternativas de respuesta: ¿Por moda? ¿Porque le gusta un jugador determinado? ¿Porque lleva X número de títulos? ¿O por identidad geográfica y cultural?
Ahumada dice que le nació esta inquietud por la explosión de hinchas barranquilleros, atlanticenses y costeños en general, que de un tiempo para acá le han surgido en la región al Atlético Nacional de Medellín. “Lo palpé en las redes sociales, y en el hotel de concentración de Nacional en Barranquilla”, afirma.
Este hinchismo inusitado se desbordó a raíz de la reciente conquista del equipo paisa como flamante campeón del fútbol colombiano; y fue de tal manera que lo manifestaron en términos de una rivalidad enconosa, violenta, cargada de insultos; de agresión verbal contra los aficionados rojiblancos.
La misma actitud de agravios también la dirigieron hacia el Junior, el equipo que representa la ciudad y en estos momentos la Costa, pues es el único club de la región en la máxima categoría de fútbol colombiano. Las muestras aún están visibles en las redes sociales en términos oprobiosos, más allá de las bromas habituales sin hostilidades y antipatías, que en este tipo de competencias solían cargarse antes.
Este tema tal vez no debía trascender del terreno simplista de un juego deportivo, y como dirían algunos, “no vale la pena pararles bolas, porque son vainas de fútbol’.
Pero es que mucha de esta hinchada costeña de nuevo cuño que le ha brotado al equipo verde, está convirtiendo su postura en otro caldo de cultivo para lo que en estos momentos es la cultura del fútbol en el país: un escenario de guerra con muertos, heridos, enfrentamientos, y terror para asistir a un estadio o a un sitio público a disfrutar del espectáculo futbolero, al que hasta hace poco tiempo se iba sin prevenciones.
Una ojeada con expertos
Aunque los gustos personales de cada quien hacen parte de ese entorno respetable de su privacidad, vale la pena echarle una ojeada a dicho comportamiento, y a lo que ahora es el criterio para hacerse hincha de un equipo. La constante natural e histórica por factores culturales, de territorio, de idiosincrasia, e incluso, familiares; daba por sentado que barranquillero y atlanticense apoyaba a Junior; que samario y magdalenense al Unión, cartagenero al Real, por ser los clubes de mayor tradición, y de ahí para adelante se podía repartir la torta de las preferencias regionales.
Por eso es válida la inquietud de Eduardo Ahumada cuando interroga. “¿Cuál es la razón más poderosa para que alguien se haga hincha de un equipo?” El mismo Ahumada se responde: “Para mi es la identificación cultural, porque los ídolos cumplen un ciclo, la moda pasa, los resultados también, pero el equipo es para siempre un símbolo que representa una cultura determinada que cuando gana exalta al mismo tiempo una región, y por ende a sus integrantes. Un ejemplo claro es el Barcelona, orgullo catalán. Admiro a los hinchas del Unión Magdalena que siguen alentado al equipo en la segunda división”, manifiesta el reportero televisivo.
El abogado Cristóbal Barros conceptúa que el fenómeno tiene varias aristas, y una puede ser el arribismo de muchos. “Hay gente que gusta estar entre los ganadores sin el mayor esfuerzo, y por eso se pliegan a la divisa que es la actual vedette en el fútbol colombiano con sus tres títulos en línea”. Luis Alberto ‘Cheo’ Feliciano, analista de fútbol en Radio Tropical y el diario La Libertad, sostiene que no se explica cómo una persona que no tiene ninguna conexión cultural con otra ciudad, ame fervorosamente al equipo de ese lugar.
“El principio de todo hincha es la afinidad con la tierra en que se nace, se crece y se habita. Y aquí muchos violan ese principio”. El periodista y docente Jaime De la Hoz Simanca reconoce que desde hace años tiene la convicción, de que así como hay amantes a la divisa juniorista también están los que lo rechazan, pero no es un rechazo directamente al equipo, sino a los propietarios de este, por su actitud arrogante de creerse dueños de la ciudad. “Esa es quizás la mejor manera que encuentran para expresar su resentimiento, que dar muestras de rechazo al Junior”.
Manuel Ortega Ponce, editor de Deportes de EL HERALDO (2014) , dice no encontrar ninguna explicación a que añoren lo ajeno. “Se trata de gente sin ningún tipo de identidad cultural. No conozco el primer paisa que sea hincha de Junior. Aquí hay mucha gente que nació, creció, vive aquí, que nunca ha ido a Medellín, y sin embargo se siente más hincha de Nacional que los propios antioqueños. Esto es un fenómeno inexplicable”.
En esta baraja de opiniones el sociólogo y docente universitario Guillermo Mejía, precisa que “los equipos profesionales de futbol representan hinchadas, no ciudades, ni países. Por proximidad física y afectiva los habitantes de un espacio geográfico pueden desarrollar identidad con determinada divisa. En ciertas ocasiones no sucede así y eso es legítimo, por ser una razón del corazón”. El debate queda abierto.
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