Las convulsiones febriles son un trastorno neurológico súbito y transitorio que suele durar unos pocos minutos, menos de 5, la mayoría de las veces, pero este tiempo en un padre de familia le puede parecer una eternidad.
Una convulsión, y más si es en un bebé, corrobora el pediatra José María Paricio (autor del exitoso libro “Tú eres la mejor madre del mundo”), es algo para un padre difícil de asumir. De hecho, es una de las peores experiencias que existen para los padres y familiares. “Estos episodios son más aparatosos que peligrosos: ni fallecen ni padecen epilepsia ni sufren daño cerebral por haber tenido convulsiones febriles”, concluyó.
Los síntomas
Los síntomas son alarmantes. Tal y como se describen en el libro de José Paricio, suelen provocar en el niño que tiene fiebre un ataque de movimientos anormales, bruscos y convulsivos.
El pequeño pierde el conocimiento repentinamente, desvía o fija la mirada y presenta movimientos bruscos de las extremidades, y mucha rigidez del tronco, aunque a veces pueda producirse lo contrario, quedarse sin fuerza.
La cara se pone pálida o azulada, hay mucha salivación, y respiración muy ruidosa. Cuando ceden, dejan al niño dormido, hasta que finalmente recupera el conocimiento, permaneciendo aturdidos por un rato más.
¿Cuándo se producen?
Las convulsiones se presentan alrededor de 1 de cada 10 niños de entre 9 meses y 5 años de edad, aunque son más frecuentes entre 1 y 3 años.
Es posible que un niño tenga más de una convulsión febril si la primera convulsión ocurrió antes de los 12 meses de vida, o si sucedió con una fiebre de menos de 39ºC.
¿Qué pueden hac er los padres?
Lo primero es saber que, a pesar de lo alarmante del cuadro, las convulsiones febriles son benignas, y que no producen ninguna secuela neurológica ni ponen en peligro la vida del niño.
Es conveniente también seguir estas indicaciones que nos brindan los expertos:
Mantener la calma (es difícil, pero no imposible); poner al niño de lado para facilitarle que respire mejor, retirarle si tiene algo en la boca.
Mantenerlo alejado de objetos con los que pueda golpearse. Desnudarlo e incluso ponerle paños de agua fría por el cuerpo para bajar la temperatura con mayor rapidez. También se puede bajar la fiebre del niño mediante medicamentos.
Si tienen supositorios de Paracetamol, ponerle uno. No le suministre nada por la boca, pues se puede atragantar al estar sin conocimiento.
Esperar para ver si la convulsión cede en menos de 5 minutos, pero el papá o la mamá se deben preparar para llevarlo al servicio de urgencias más cercano. Si no cede en menos de 5 minutos, hay que llevarlo mientras convulsiona.