El pasado jueves 16 de agosto la bailarina de danza contemporánea y docente Marta Ligia Gómez Henríquez, recuerda que se sintió “liberada y reparada”, cuando la juez Octava Penal Municipal con Funciones de Conocimiento, Margarita Vélez Verbel, leyó la sentencia condenatoria contra su expareja Rafael Ángel Auque Cuello, por el delito de violencia intrafamiliar agravada, castigo que tasó en siete años de prisión sin la posibilidad de conceder el beneficio de prisión domiciliaria.
Hasta ese momento de la diligencia realizada en el Centro de Servicios Judiciales de Barranquilla, en el antiguo edificio de la extinta Telecom, ya habían pasado ocho años de crisis, ataques físicos y verbales, riesgos, temores —entre otras conductas—, debido a lo extenso que fue el proceso, al punto que estuba a punto de prescribir en diciembre de este año. “Se me salían las lágrimas, después de tanto tiempo no me lo esperaba que se dictara sentencia. Me sentí reparada, la juez fue muy tajante en decir que a mí me habían tratado de difamar de todas las formas”. Para Marta era como el final de una película. “No es una reparación solo para mí, es para todas las mujeres”, subraya.
LA HISTORIA
Días después de la sentencia fallada a su favor, Marta Ligia decidió rememorar para esta casa periodística cómo empezó su caso, y por qué decidió denunciar al ingeniero industrial Rafael Auque Cuello, con quien se casó en 2003 después de varios años de noviazgo. “Tuvimos un noviazgo largo, nos conocimos en el barrio Ciudad Jardín, vivimos juntos, después nos casamos”, recuerda.
En 2004 llegó la primera hija de la pareja, y en 2006 vino el varón. Hasta ahí, según Marta Ligia, todo era llevado como una familia normal.
Sin embargo, ese panorama cambió hacia 2010 cuando ella se dio cuenta de que algo pasaba en el seno de su hogar.
“Este caso mío no es porque hubiera otra mujer… Sí la había, pero de otro lugar más terrible…en otra situación, otro contexto”, dice la dama con mucho recelo.
“El hecho sucedió en mayo de ese año, ocurrió un ataque de él hacia mi hija y yo en defensa de eso le digo que se tiene que ir de la casa, y me violenta. En la habitación se me lanza encima, me propina golpes, me inmoviliza encima de la cama y luego me fractura el cúbito del brazo derecho. Fue una fractura contundente por un golpe fuerte”, asegura Marta Ligia.
Por el ataque, que la dejó inmovilizada por un año debido al yeso que se extendió desde su mano hasta el hombro, Medicina Legal la incapacitó 56 días, y después se la extendió hasta los 90 días, que es el máximo que da de incapacidad el Instituto.
Vinieron las denuncias en el Centro de Atención a Víctimas de Violencia Intrafamiliar (Cavif), en Fiscalía, Bienestar Familiar y en Comisaria de Familia.
“Me otorgan la primera medida de protección, y sigo con mi recuperación en la casa”, añade la bailarina.
Tras el ataque, de acuerdo con la mujer, Rafael Auque Cuello se marchó de la casa, pero a partir de ahí se convirtió en “toda una pesadilla” para ella.
“Empezó a acosarme permanentemente en todos lados… Llegaba a la casa todos los días a la misma hora, en la calle, centros comerciales, eventos… Incluso, hasta el año pasado lo hacía. Los acosos nunca terminaron, yo siempre estuve en riesgo de un feminicidio”.
Tal situación, recuerda Marta Ligia, la obligó a retirarse de todos los círculos sociales porque ponía en riesgo a las personas que estaban a su alrededor.
“Hasta de la Universidad del Atlántico tuve que retirarme porque no podía acudir a mis clases de docencia en Bellas Artes, me perseguía a mí y a los que estaban conmigo. Era una responsabilidad fuerte para mí”.
Pese a esta situación, de acuerdo con lo narrado por la víctima, ella decidió continuar con “mano firme” en el proceso y pidió el apoyo no solo de la Defensoría del Pueblo, sino de las oficinas de la mujer locales y nacionales. Así continuó hasta que se fue fortaleciendo la investigación en contra de Auque Cuello.
LA SENTENCIA
En la sala del juzgado 8o. penal estaban el 16 de agosto la juez Vélez Verbel; la fiscal 16 Cavif, Jazmín Cabarcas Rolong; Minelva Simanca Galé, representante de víctimas; Olga Abril Sarmiento, representante del ministerio público, y Marta Ligia.
La víctima tomó en su cuaderno de apuntes las ideas más importantes de cada uno de los seis puntos de la providencia.
“El primer punto fue el de condenar al acusado Rafael Ángel Auque Cuello. Segundo, el juzgado no le concedió la suspensión condicional de la ejecución de la pena, ni la prisión domiciliaria. Y lo tercero fue la orden de captura en su contra que solicitó la juez”, puntualiza Marta Ligia. El proceso contra el ingeniero industrial demoró, según la afectada, por los constantes cambios de abogado que hizo este para dilatarlo. Desde las últimas audiencias, hace aproximadamente unos cinco meses, los abogados del hoy condenado y él mismo, no volvieron a asistir a ninguna diligencia.
Por esta razón la Defensoría del Pueblo instauró una tutela ante el Tribunal Superior de Barranquilla, para que se diera lectura de la sentencia sin la presencia de Auque Cuello ni de su abogado.
A través de una comunicación voceros de la Oficina de la Mujer del Distrito y la Defensoría del Pueblo manifestaron que el caso de Marta Ligia se constituye en un precedente “importante para todas las víctimas de la violencia intrafamiliar del Atlántico”, porque demuestra que “la justicia, aunque debe ser pronta y oportuna, tarda, pero al final llega”.
La condena contra Rafael Ángel Auque Cuello es una de las más altas que se han proferido en Barranquilla y el Atlántico por un caso de violencia intrafamiliar.
La más alta que se ha dado en la Región Caribe por este delito fue la de un juzgado de Santa Marta que en enero del año pasado condenó a Freddy Tomás Vargas, a 14 años de cárcel y al pago de una multa de 17 salarios mínimos vigentes por el delito de violencia intrafamiliar agravada, en concurso homogéneo y sucesivo con violencia intrafamiliar agravada y, además, en concurso heterogéneo y sucesivo con lesiones personales dolosas con secuelas permanentes.
Vargas, de acuerdo con la investigación adelantada por la Fiscalía, maltrataba física, verbal y sicológicamente a su esposa, sus hijos y dos adultas mayores.
El condenado, de 45 años, y conocido con el alias de ‘Cara e’ candado’, se convirtió en el primer condenado en Santa Marta por el delito de violencia intrafamiliar agravada en concurso con lesiones personales agravadas.
La coronel Sandra Vallejos Delgado, jefe de la Policía Metropolitana de la capital del Magdalena, señaló en su momento que “esta persona venía haciendo violencia contra todo su núcleo familiar”.
Hoy ‘Cara e’ candado’ permanece en la cárcel Rodrigo de Bastidas.
POCAS CONDENAS
En 2015 490 mujeres denunciaron casos de violencia intrafamiliar en la Secretaría de la Mujer y Equidad de Género de la Gobernación del Atlántico. De estos casos solo dos llegaron a instancias finales, es decir, jueces de conocimiento dictaron condenas contra los agresores.
Zandra Vásquez, titular de la Secretaría de la Mujer, citó en su momento que las cifras de condenas son “muy bajas” para la cantidad de mujeres que en los últimos años habían denunciado agresiones de sus parejas o exparejas.
La Policía Nacional informó de los casos de maltrato de pareja en los cinco primeros meses de 2018 en Atlántico. Entre el primero de enero y el pasado 31 de mayo fueron denunciados en las dependencias de la institución armada 762 casos de violencia doméstica.
De ese número Barranquilla ocupó el primer puesto con 457 eventos, seguido de Soledad, con 165 casos; Sabanalarga, con 41; Malambo, con 21; Puerto Colombia, con 19; y Galapa con 17. Llama la atención que los cuatro municipios del Área Metropolitana de Barranquilla están en el listado.
De los casos expuestos ante la fuerza pública, 87 fueron cometidos por los agresores con arma blanca; 2 casos con arma de fuego; 249 con palo o garrote, 327 no reportados y 97 a puño limpio.
En el país, según lo reportado por las autoridades, ocurrieron 31.222 denuncias de ataques contra mujeres por parte de sus parejas.